domingo, 29 de enero de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO para comentario: "El simpático Dotcom", por Pilar Rahola

Pilar Rahola

   En "La Vanguardia":
El simpático Dotcom

    ¿En qué momento se confunde el puro robo de derechos de autor en internet con la libertad?

24/01/2012 La Vanguardia
Pilar Rahola

   Considerado uno de los hombres más ricos de Nueva Zelanda, Kim Schmitz –o Dotcom, como prefiere– acumulaba en su casa, además de decenas de obras de arte, quince Mercedes, un Cadillac rosa del 59 y un Rolls-Royce Phanton.
   Sólo en bonos del Estado neozelandés, el Departamento del Tesoro le ha congelado once millones de dólares, y la cifra de ingresos ilícitos que las autoridades le imputan, a través de su megaportal, llega a los 175 millones de dólares. Las mismas autoridades consideran que Megaupload forma parte de "una organización delictiva responsable de una gran red de piratería informática mundial", a la que imputa 500 millones de dólares en pérdidas a los derechos de autor. Y entre sus muchas aficiones de rico disparatado, se vanagloria de participar en el rally Gumball 3000, un rally de coches caros que acostumbra a tener encontronazos con la policía, no en vano llegan a correr por encima de los 200 km/h en las carreteras de los países por donde pasan. En el vídeo del 2004 que ha colgado La Vanguardia, el propio Dotcom dice, después de lamentarse de no haber podido sobornar a los Mossos de Esquadra: "Hemos tenido suerte, solo nos han puesto una multa de 315 euros por todo lo que hemos hecho, cuando podían habernos metido en la cárcel 10 años". Y se ríe de la policía. Este multimillonario mimado y excéntrico es, según la victimología al uso, el gran héroe de la libertad en internet. Tanto que incluso Anonymous ha reaccionado atacando varios portales gubernamentales en EE.UU. Y en nuestro país, incluso algunos se han manifestado por su detención. Las voces de internet, pues, claman por la libertad, y Dotcom es el nuevo mártir.
   ¿Mártir? ¿Libertad? ¿Puede alguien explicarme en qué momento hacer un uso gratuito del trabajo creativo de una persona, y de la industria que lo sostiene, tiene que ver con la libertad? ¿En qué momento se confunde el puro robo de derechos de autor con la libertad? Y, sobre todo, ¿cómo pueden considerarse héroes de nada a estos tipos que han hecho una fortuna ingente gracias, precisamente y presuntamente, a ese tipo de piratería? Finalmente, ¿en qué momento decidimos que la creación debía pasar por el gratis total, condenando a los trabajadores de esa industria a la indigencia, mientras los piratas se llenaban el bolsillo? El gratis total no es el paradigma de la libertad, la fraternidad y el amor universal, todos ellos teóricos sustantivos de las maravillas de internet; el gratis total es la burla a la creación, el desprecio al sistema de leyes que regula la oferta y la demanda, y la culminación del puro egoísmo. Lo triste es que quienes defienden esa gratuidad universal lo hagan en nombre de la libertad. ¿La libertad de quién?, ¿de los escritores, los músicos, los artistas, a los que se arruina? Más bien parece que lo único que defienden es la libertad de los piratas.

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