domingo, 22 de abril de 2012

PRENSA. LENGUA. "Dilo en archisílabos", por Aurelio Arteta

Aurelio Arteta
En "El País":
Dilo en archisílabos
   Desearía aprender dónde radica la mayor carga informativa de los términos largos.

Aurelio Arteta 22 ABR 2012

   Por fin he comprendido la razón de que los académicos de la Lengua reciban el sobrenombre de “inmortales”. Se les llama así porque por ellos no pasa el tiempo o, quizá mejor, porque en nada afecta el tiempo a quienes están destinados a la vida eterna. Les han hecho falta decenios para declarar que, además de erróneo, suena fatal eso de cargos y cargas públicos/as..., que ha invadido hasta el lenguaje de los mudos. ¿Deberán transcurrir otros cuantos decenios hasta que la Academia futura confeccione un catálogo de archisílabos que conviene desterrar del habla común?
   Puestos a engrosar la colección de estas prescindibles palabras kilométricas, empecemos por el estiramiento de las que a diario se inventan las estiradas gentes de las finanzas. Los ‘frenar’, ‘desanimar’ o ‘disuadir’ se esconden hoy bajo el desincentivar y los desincentivos arrinconan a ‘frenos’ y ‘obstáculos’. Es de suponer que operacionalizar y operativizar significan volver algo operante u operativo, de suerte que operativización se acercaría a lo dicho por ese hermoso término de efectivización. A duras penas he captado que en esa jerga primarización quiere decir exportar bienes primarios, pero aún no pillo a qué se alude con el bancarizar y la bancarización.
   El afán de alargar el léxico, no tanto por el placer de alargarlo como por hacerse el interesante quien lo pronuncia, se detecta en varios vocablos prestigiosos del momento. Habrán notado que lo ‘especial’ está dejando paso a lo específico, y que los ‘especialistas’ son cada vez más los especializados en esto o lo otro. Aquí y allá se introduce el ejercitamiento o la ejercitación en lugar del ‘ejercicio’, igual que el desfasaje pretende ser el ‘desfase’. Ignorante de sus presuntas diferencias, no acierto a ver qué añaden dominancia y gobernanza (o gobernancia) a ‘dominio’ y ‘gobierno’, salvo su mayor longitud y -me temo- cierta pedantería. Nos tropezamos con el transicionar porque cae en desuso el ‘transitar’, lo mismo que el reciente ostentatorio traduce el ‘ostensivo’ o el ‘ostentoso’, según, con una sílaba más. Incrédulo ante lo sostenido por un profesor del Instituto Tecnológico de Massachusets, desearía aprender dónde radica la mayor carga informativa de los términos largos sobre los más breves. Me lo tendrían que explicar argumentativamente, claro está, no ‘argumentalmente’.
   No olvidaré dejar constancia de ese curioso gusto del español contemporáneo por lo abstracto. Baste anotar la emocionalidad, para referirse a la ‘emotividad’ o sencillamente a la ‘emoción’. Y nadie dudará de que la ‘potencialidad’ de algo sabe a poco comparada con su potenciabilidad.
   Muchos archisílabos proceden del afán de subrayar la acción que conduce a un resultado, más que el resultado mismo. Así es como se procura la homogeneización entre cosas diversas, que sería sin más su ‘homogeneidad’; hay que facilitar la visibilización de las mujeres maltratadas, no su ‘visibilidad’. Por mucho que a la izquierda abertzale le encrespe, ha de establecerse una jerarquización entre las víctimas del terrorismo, mucho mejor que su correcta ‘jerarquía’. La espectacularización no dice más que la producción de ‘espectacularidad’ y la precarización del contrato laboral sólo indica su ‘precariedad’. La empleada de una compañía teléfonica me detalló la tarificación de mis llamadas, sin duda porque le sonaba más redondo que su ‘tarifación’. Se trata de un mecanismo del que no se libran ni las impropiamente llamadas “lenguas propias”, como lo probaría la revernacularitzaciò del valencià...
   Resulta patética la rapidez con que el hablante español se ha dejado contagiar por el inglés (o por el americano) a fuerza de parir adjetivos acabados en -al. Su atractivo más probable: que tal desinencia cuenta como dos sílabas y prolonga así su pronunciación. Hasta al mismísimo ministro de Justicia se le escapó hace poco una mención de la conducta delincuencial, en lugar de ‘delictiva’. Ya no existe un hecho ‘motivador’, sino motivacional; ni un trabajo ‘aspirante’ al premio, sino aspiracional. Y, aunque no me crean, les juro que he detectado un chirriante modificacional, y un vicarial, un suposicional y con mayor frecuencia todavía otro civilizacional. Que luego se vea todo perspectivalmente será la conclusión natural de un mimetismo tan entusiasta como necio.
   Por si fuera poco, unos archisílabos se reproducen en otros afines. En la gran superficie lingüística ya pululan los monitorizar y monitorizado, pero ahora disponemos asimismo del monitorear y monitoreado, todos ellos equivalentes a ‘examinar’ o ‘evaluar’ y sus participios. Archisílabos cortos, todavía insatisfechos de su estatura, originan archisílabos más largos. Aquel posicionar, que ya se ha quedado con nosotros, engendra el reposicionar para decir ‘resituar’; otro tanto ocurre con el focalizar y la focalización, por ‘enfocar’ y ‘enfoque’, una acción que al repetirse se transforma en refocalizar y refocalización. El modesto vehicular, que entre los exquisitos suplantó a ‘transportar’ y otros, ha crecido hasta dar en vehiculizar.
   ¿Que por qué todo esto? “Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas (...), como un pulpo que suelta tinta para ocultarse”. Igual que a Orwell, también a uno le parece que el estilo inflado en el uso de la lengua es producto de la falta de sinceridad de los hablantes.

   Aurelio Arteta es catedrático de Filosofía Moral y Política de la Universidad del País Vasco. Su último libro, Tantos tontos tópicos (Ariel, 2012).

lunes, 16 de abril de 2012

LENGUA. TEORÍA. "El ensayo: características"


EL ENSAYO

   1. Genealogía
   El origen del ensayo se sitúa, en términos generales, en el “Libro de los Proverbios” de la Biblia, los “Diálogos” de Platón, la “Poética” de Aristóteles y las "Cartas a Lucio" de Séneca.
   El concepto de ensayo, tal y como lo entendemos en la actualidad, toma su nombre de los “Ensayos” de Michel de Montaigne ( S-XVI ), que tomó conciencia de que sus escritos eran ensayos del entendimiento y fue el primero en utilizar la palabra. Sus escritos fueron traducidos al inglés y Francis Bacon fue el padre del ensayo británico.

   2.- Definición del término
   - Según el D.R.A.E ., es un escrito en el cual un autor desarrolla sus ideas sin necesidad de mostrar el aparato erudito.
   - Algunos estudiosos, como Genette (1979) dicen que es un archigénero, es decir, una forma genérica abierta a múltiples géneros cuyas características textuales implican una acción pragmática ya que el ensayista instituye en su escritura el discurso reflexivo-persuasivo-argumentativo, además de la actitud crítica. Es una característica el tratamiento literario.
   -La definición moderna de ensayo puede enunciarse como forma literaria de la reflexión y la argumentación donde se busca un proceder didáctico, un probar y comprobar un asunto, una puesta en escena de nuevas formas de meditación sobre el conocimiento y la cultura del hombre.

   3.- Características generales
   Cuando un autor escribe un ensayo pretende plantear una serie de cuestiones desde su particular punto de vista. Le interesa despertar el interés del destinatario.
   Características del ensayo:
   Brevedad : no pretende analizar exhaustiva y rigurosamente un tema, sólo ofrecer una opinión.
   • Subjetividad: sugiere al lector una interpretación nueva o ingeniosa sobre el asunto tratado.
   • Vinculación al contexto histórico.
   • Estructura libre: se entremezclan ejemplos, citas…; no obstante, se recurre a estructuras argumentativas como la deductiva, la inductiva o en paralelo.
   • Variedad de temas : histórico, filosófico, literario, etc.; aunque los de actualidad y los humanísticos son los más frecuentes.
   • Interés por el estilo: cuando el nivel de lengua que se utiliza es de gran calidad estética, el ensayo puede convertirse en una obra artística más.
   • Lenguaje conceptual, libertad de tono y estilo, que suele ser elegante y ameno.

   Son ensayos un folleto, un discurso, un panfleto, un artículo, un manifiesto o un tratado.

   4.- Estructura
   La estructura del ensayo es sumamente flexible, ya que toda sistematización es ajena a su propósito esencial, que es deleitar mediante la exposición de un punto de vista que no pretende agotar un tema, como sí haría (y sistemáticamente) el género literario meramente expositivo del tratado; por eso estas indicaciones son meramente orientativas. Adopta las modalidades expositivo-argumentativas y en ellas puede incluir la narración la descripción o el diálogo.

   Como texto expositivo-argumentativo se estructura de la siguiente forma:

   Introducción.
   Es la que expresa el tema y el objetivo del ensayo; explica el contenido y los subtemas o capítulos que abarca, así como los criterios que se aplican en el texto.
   Esta parte constituye la presentación del tema sobre el que el autor va a desarrollar su propio punto de vista, así como de las razones por las cuales considera importante aproximarse a dicho tema. Además, esta parte puede presentar el problema que plantea al tema al cual vamos a abocar nuestros conocimientos, reflexiones, lecturas y experiencias. Si este se plantea, entonces el objetivo del ensayo será presentar nuestro punto de vista sobre dicho problema (su posible explicación y sus posibles soluciones). La mayoría de las veces, sin embargo, el ensayo plantea un tema bastante genérico como para adentrarse en él con toda la libertad del que divaga con sus opiniones y creencias, pero paseando a través de un territorio desconocido.

   Desarrollo.
   Contiene la exposición y análisis del mismo, se plantean las ideas propias y se sustentan con argumentos.

   Tipos de argumentos:
   3.1) Según su capacidad persuasiva:
          • La pertinencia: los argumentos pertinentes están relacionados con la tesis o la refuerzan.
          • La validez: si conducen a la conclusión deseada. De lo contrario, son falacias.
          • La fuerza argumentativa: la facilidad con que se rebaten: los argumentos débiles frente a los sólidos y los irrefutables.

   3.2) Según su función:
          • Argumentos de apoyo a la tesis propia.
          • Concesiones o ideas de la tesis contraria que se admiten provisionalmente.
          • Refutaciones o argumentos con los que se rebate total o parcialmente la tesis contraria.

   3.3) Según su finalidad:
          Argumentos racionales: se basan en las relaciones causa-efecto, concreto-abstracto, condición-resultado, individual-general.
               • El silogismo: es un razonamiento que consta de dos premisas y de una conclusión que se deduce necesariamente de ellas.
               • El ejemplo. Uso de datos, relatos, anécdotas, etc. que ilustran la validez o la falsedad de un argumento.
               • El uso del sentido común y el uso de refranes y máximas. Aquí son fundamentales los TÓPICOS: son fórmulas o esquemas fijos de carácter moral, cultural, religioso, de la experiencia, las costumbres. Ejemplos de tópicos: lo bello es preferible a lo feo; las mujeres son más débiles que los hombres; los jóvenes son más impetuosos que los adultos; los tiempos pasados son mejores que los del presente, o viceversa...
               • El argumento de autoridad: se recurre a la cita de algún sabio, pensador, escritor... Ejemplos: Como dice Sócrates...// Ya Descartes afirmaba Pienso luego existo, por consiguiente...
   3.4) Argumentos afectivos o emocionales. La diferencia con los anteriores radica en el uso del lenguaje: se buscan los valores expresivos, mediante el empleo de recursos estilísticos. Predominan los valores connotativos, al igual que en los textos literarios. El uso de la argumentación afectiva está condicionado por el tipo de texto. Es inadecuada en textos científicos, pero aparece con frecuencia en textos humanísticos.

   Conclusión.
   En este apartado, el autor expresa sus propias ideas sobre el tema, se permite dar algunas sugerencias de solución, cerrar las ideas que se trabajaron en el desarrollo del tema y proponer líneas de análisis para posteriores escritos.
   Esta última parte mantiene cierto paralelismo con la introducción por la referencia directa a la tesis del ensayista, con la diferencia de que en la conclusión la tesis debe ser profundizada, a la luz de los planteamientos expuestos en el desarrollo. Se puede "inferir" en esta que es la manera de comprobar lo que se dijo anteriormente, explicando por qué sustenta un tema o una opinión y las motivaciones que lo llevan a desarrollarlo o bien que lo terminen de una mejor forma.


   5. Lógica en el ensayo.
   La lógica es crucial en un ensayo y lograrla es algo más sencillo de lo que parece: depende principalmente de la organización de las ideas y de la presentación. Para lograr convencer al lector hay que proceder de modo organizado desde las explicaciones formales hasta la evidencia concreta, es decir, de los hechos a las conclusiones. Para lograr esto el escritor puede utilizar dos tipos de razonamiento: la lógica inductiva o la lógica deductiva.
   De acuerdo con la lógica inductiva, el escritor comienza el ensayo mostrando ejemplos concretos para luego deducir de ellos las afirmaciones generales. Para tener éxito, no sólo debe elegir bien sus ejemplos sino que también debe presentar una explicación clara al final del ensayo. La ventaja de este método es que el lector participa activamente en el proceso de razonamiento y por ello es más fácil convencerle.
   De acuerdo con la lógica deductiva, el escritor comienza el ensayo mostrando afirmaciones generales, las cuales documenta progresivamente por medio de ejemplos bien concretos. Para tener éxito, el escritor debe explicar la tesis con gran claridad y, a continuación, debe utilizar transiciones para que los lectores sigan la lógica/argumentación desarrollada en la tesis. La ventaja de este método es que si el lector admite la afirmación general y los argumentos están bien construidos generalmente aceptará las conclusiones.

jueves, 5 de abril de 2012

PRENSA CULTURAL. Entrevista a Manuel Bernal, autor de "La invención de la generación del 27"

Manuel Bernal, con dos ejemplares de la obra ("El Día de Córdoba")

En "El Día de Córdoba":

"Dentro de la Generación del 27 había celos y muchas voces distintas"
   El profesor y ensayista sevillano revisa el origen de uno de los grupos literarios más decisivos de la literatura española en 'La invención de la Generación del 27', publicado por la editorial Berenice.

Pilar Vera 05.04.2012

   La invención de la Generación del 27, publicado por Berenice, es el último libro de Manuel Bernal Romero (Sevilla, 1962), profesor de lengua y literatura, periodista y escritor que ha cultivado la poesía, la narrativa y el ensayo.

   -Cuenta que la Generación del 27 tuvo su origen en el amor, los toros y la muerte...
   -Parto de ese planteamiento inicial porque en todo el proceso están presentes Lorca, Ignacio Sánchez Mejías y Encarnación Gómez La Argentinita, la amante de Mejías. Sánchez Mejías conoce a Alberti porque quería que Lorca le facilitara el montaje de espectáculos en los que pudiera participar La Argentinita, que además fue antigua novia de Joselito. De hecho, hay algunas grabaciones al piano de Federico en las que la voz que aparece es la de ella. Tras haber fracasado en Madrid, un Alberti desesperado y falto de ocupación conoce a Mejías y ve en él al mecenas ideal.

   -El tricentenario de la muerte de Góngora sirvió de aglomerante para el nacimiento de la Generación del 27. Un poeta al que Unamuno tildaba de "curata inhumano".
   -La obra de Góngora es una obra muy difícil, críptica, con vocabulario inasequible; no coincidía con los estilos imperantes del momento y, para colmo, él mismo tenía mala fama como persona, por su apego al poder. Cuando Gerardo Diego les propone a los mayores (Machado, Juan Ramón, Valle-Inclán, Unamuno...) celebrar su tricentenario, se horrorizan.

   -En cualquier caso, los del 27 hablaban de la celebración gongorina como una "fiebre". ¿Lo que sentían era realmente admiración por el clásico, oportunismo o afán de llevar la contraria?
   -La verdad es que los miembros del 27 no escribieron gran cosa al modo de Góngora. Pero les venía bien tener una excusa que, por esas fechas, les permitiera abrirse camino en el mundo literario. Alberti toma esa idea, la de usar los medios para lograr repercusión, de los poetas franceses.

   -A la hora de definir el grupo literario, Gerardo Diego decía que eran poco más que un "grupo de amigos" que se reunían. Pero también está la definición de Luis García Montero, que afirma que lo que los unía era un ansia de modernidad.
   -Ellos subrayaron mucho que el núcleo del grupo estaba en la amistad, pero eso era mentira. Dentro de la Generación del 27 había celos y muchas voces distintas, y ellos eran también muy distintos entre sí. Había mucha distancia entre Dámaso Alonso y Cernuda, por ejemplo, o entre Salinas y Rafael Alberti. El concepto de amistad es el que intentaron vender, pero yo creo que es más certera esa idea de modernidad, de querer ir un punto más allá de lo que se estaba palpando. Se manifiesta cuando hacen uso del marketing y de técnicas actuales de promoción; o cuando años después aparecen el surrealismo y las corrientes europeas como punto innegable de modernidad y todos de adhieren a ello, aunque hubieran partido de un punto aparentemente clásico.

   -Entre las críticas que recibieron en Madrid, El Liberal calificaba al grupo de "señoritada hórrida de retaguardias"...
   -Eso fue lo que me hizo trabajar en lo que había pasado en Sevilla: que en Madrid encontraran una crítica bastante fuerte y desconsiderada hacia su obra. Madrid estaba conducido por otros autores: cuando intentan publicar la crónica del aniversario, que Gerardo Diego se inventa, no tienen éxito y Gerardo Diego se monta su propia revista y la publica allí. Fue una invención a partir de un fracaso de lo que habían intentado montar, aunque eso no lo reconocerían hasta mucho tiempo después.

   -Otra de las cosas que llaman la atención es que las mujeres de la Generación del 27 no participaron en las actividades del grupo.
   -Entre las pocas que se citan en el nacimiento del grupo están Amantina Cobos, en el Ateneo sevillano, y la pintora surrealista Maruja Mallo, que era novia de Rafael Alberti. En el caso de Mallo, fue silenciada porque tuvo una relación muy tormentosa con el poeta. Alberti, indignado por la aventura de Mallo con Miguel Hernández, la eliminó de La arboleda perdida, y, como era muy influyente en el grupo, fue bastante ignorada. La época era muy dura para las mujeres, y ellos también eran bastante machistas.

miércoles, 4 de abril de 2012

PRENSA. "Lo que hay que decir", poema de Günter Grass. Comentario de José María Ridao

Günter Grass. Foto de Bernardo Pérez ("El País")

En "El País":

Lo que hay que decir
   El poeta alemán se opone a un ataque israelí contra Irán.

Günter Grass 4 ABR 2012

Por qué guardo silencio, demasiado tiempo,
sobre lo que es manifiesto y se utilizaba
en juegos de guerra a cuyo final, supervivientes,
solo acabamos como notas a pie de página.
Es el supuesto derecho a un ataque preventivo
el que podría exterminar al pueblo iraní,
subyugado y conducido al júbilo organizado
por un fanfarrón,
porque en su jurisdicción se sospecha
la fabricación de una bomba atómica.
Pero ¿por qué me prohíbo nombrar
a ese otro país en el que
desde hace años -aunque mantenido en secreto-
se dispone de un creciente potencial nuclear,
fuera de control, ya que
es inaccesible a toda inspección?
El silencio general sobre ese hecho,
al que se ha sometido mi propio silencio,
lo siento como gravosa mentira
y coacción que amenaza castigar
en cuanto no se respeta;
“antisemitismo” se llama la condena.
Ahora, sin embargo, porque mi país,
alcanzado y llamado a capítulo una y otra vez
por crímenes muy propios
sin parangón alguno,
de nuevo y de forma rutinaria, aunque
enseguida calificada de reparación,
va a entregar a Israel otro submarino cuya especialidad
es dirigir ojivas aniquiladoras
hacia donde no se ha probado
la existencia de una sola bomba,
aunque se quiera aportar como prueba el temor...
digo lo que hay que decir.
¿Por qué he callado hasta ahora?
Porque creía que mi origen,
marcado por un estigma imborrable,
me prohibía atribuir ese hecho, como evidente,
al país de Israel, al que estoy unido
y quiero seguir estándolo.
¿Por qué solo ahora lo digo,
envejecido y con mi última tinta:
Israel, potencia nuclear, pone en peligro
una paz mundial ya de por sí quebradiza?
Porque hay que decir
lo que mañana podría ser demasiado tarde,
y porque -suficientemente incriminados como alemanes-
podríamos ser cómplices de un crimen
que es previsible, por lo que nuestra parte de culpa
no podría extinguirse
con ninguna de las excusas habituales.
Lo admito: no sigo callando
porque estoy harto
de la hipocresía de Occidente; cabe esperar además
que muchos se liberen del silencio, exijan
al causante de ese peligro visible que renuncie
al uso de la fuerza e insistan también
en que los gobiernos de ambos países permitan
el control permanente y sin trabas
por una instancia internacional
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes.
Solo así podremos ayudar a todos, israelíes y palestinos,
más aún, a todos los seres humanos que en esa región
ocupada por la demencia
viven enemistados codo con codo,
odiándose mutuamente,
y en definitiva también ayudarnos.

   Traducción de Miguel Sáenz. El texto original en alemán se publica hoy en el diario Süddeutsche Zeitung.


   Ahora, el "comentario", de José María Ridao:

   En "El País":

Poema de un alemán
   Grass marca un punto de inflexión en su mirada a la realidad internacional.

José María Ridao 4 ABR 2012

   Günter Grass no ha escrito un poema, sino que ha disfrazado de poema un artículo sobre el programa nuclear iraní. Como poema, Lo que hay que decir no aporta gran cosa a la obra del premio Nobel. Como artículo disfrazado de poema, marca un punto de inflexión en su mirada hacia la realidad internacional. Hasta ahora, el país que perpetró contra los judíos uno de los crímenes más monstruosos de la historia ha evitado cualquier protagonismo en el conflicto de Oriente Próximo, limitándose a respaldar a Israel como forma de expiar el pasado. La posibilidad de que Israel lance un ataque contra Irán y el hecho de que Alemania le haya entregado un submarino capaz de hacerlo llevan a que Grass se interrogue, rodeándose de cautelas, si esa forma de expiar el pasado no podría engendrar nuevas culpas.
   La primera cautela de la que se rodea Grass es la elección del género literario para exponer sus argumentos, en los que toma distancia de Israel como alemán que llegó a militar en las SS ya próximo el final de la guerra, según relató en Pelando la cebolla. Al desarrollar sus argumentos como poema y no como artículo, Grass intenta situarlos en el terreno acotado de la creación, invitando implícitamente a compartir una emoción antes que a polemizar con unas opiniones. El premio Nobel se declara, además, “envejecido” y confiesa escribir el poema con “su última tinta”, un recordatorio apenas velado de que se encuentra en el último tramo de su vida. Lo que hay que decir lo dice mediante un género literario y desde una circunstancia personal que anticipa una posible censura, y ahí la segunda cautela. “Antisemitismo”, escribe Grass, “se llama la condena”.
   Aunque rodeado de cautelas, lo que Grass está poniendo en cuestión en su poema son los fundamentos de la política alemana y, por extensión, occidental, hacia Oriente Próximo. Alemania, viene a decir Grass, ha entendido que asumir la culpa por el Holocausto le exigía guardar silencio ante cualquier política de Israel. Pero asumir esa culpa y la inquebrantable disposición a seguir asumiéndola estaría favoreciendo que Israel —“ese otro país” que, escribe Grass, se ha prohibido a sí mismo nombrar— mantenga un arsenal nuclear sobre el que no se habla y amenace con un ataque al “pueblo iraní, subyugado y conducido al júbilo organizado por un fanfarrón”. La descripción de Irán recuerda en algún punto la de la Alemania nazi, en la que los alemanes, como podría suceder a los iraníes de perpetrarse el ataque, “solo acabamos”, escribe Grass, “como notas a pie de página”.
   La última cautela de la que se rodea Grass es la de que “hay que decir lo que mañana podría ser demasiado tarde”, colocando sus argumentos bajo el signo de la perentoriedad. Pero no solo porque, según se desprende del poema, se podría sacrificar a los iraníes en razón de una “sospecha”, la de que, en su país, se persigue “la fabricación de una bomba atómica”; también “hay que decirlo” porque, de mantenerse Alemania en silencio, y de colaborar con la entrega de un submarino, los alemanes, ya “suficientemente incriminados”, según Grass, “podríamos ser cómplices de un crimen que es previsible”, incurriendo en una nueva culpa vinculada a la antigua, y que “no podría extinguirse con ninguna de las excusas habituales”.
   Después de invitar a compartir una emoción y no a polemizar con unas opiniones, Grass apunta una salida. Solo sometiendo a inspección simultánea el arsenal nuclear israelí y el programa que desarrolla Irán cabría esperar que se conjurasen los negros presagios. Para decir esto, un alemán como Grass no podía escribir un artículo, sino que tenía que disfrazarlo de poema. No aportará gran cosa a la obra literaria del premio Nobel, pero supone un punto de inflexión en su mirada hacia la realidad internacional. Hablando desde el estigma, Grass confía en abrir un espacio para que otros lo hagan en libertad.

PRENSA. "Heroísmo", por Manuel Vicent

Manuel Vicent

   En "El País":
Heroísmo

Manuel Vicent 1 abril 2012

   Los santos y héroes antiguos, además de realizar grandes sacrificios, tuvieron que soportar la incomprensión, el desprecio o la burla de sus contemporáneos. Esos seres de bronce o escayola, hoy encaramados en altares o en pedestales urbanos, en su época fueron tomados por locos, ingenuos o estúpidos. Su genio consistía en llevar siempre la contraria. En medio de la molicie hacían restallar el látigo de la disciplina; contra el placer de la carne auguraban el terror de las postrimerías; cuando todo el mundo nadaba en la abundancia, se iban al desierto y ayunaban; en plena decadencia, navegaban mares desconocidos, descubrían tierras y realizaban hazañas imposibles; si la gente despilfarraba los bienes heredados, amenazaban con la llegada de una próxima miseria; en medio de la abundancia y de las costumbres disolutas predicaban una austeridad de esparto. El pesimismo antropológico era su divisa. En cambio hoy ser un héroe o santo laico consiste en todo lo contrario, en promulgar el optimismo y la alegría de vivir como la única salvación personal. Esta solución obliga, como antaño, a ir a contradiós. En medio de la depresión social, cuando todo parece venirse abajo, un héroe realmente actual debería levantarse cada mañana dispuesto a anunciar por radio, prensa y televisión la suerte inmensa que tenemos de estar vivos. Lejos de flagelarse en público como hacen ahora los políticos, los analistas, los moralistas y los contertulios rompeguitarras, que esparcen a diario el desánimo como una peste medieval, el nuevo heroísmo estriba en repetir una y otra vez la consigna de que mañana saldrá el sol y habrá trabajo, remontará la economía, las tarjetas de crédito recobrarán la energía en los cajeros automáticos y pronto volverá el lujo del brazo de la codicia. El optimismo es hoy, a la vez, una virtud heroica y el último oxígeno. Como es lógico, quien propugne este ingenuo entusiasmo será tomado por idiota. No importa. Cuando en el futuro levante la crisis y vuelvan las arcas a llenarse de esplendor, el optimista de hoy, sin duda, habrá sido escarnecido e inmolado, pero siempre quedará alguien que le llamará visionario, le levantarán un pedestal y pasará a los libros de historia como el economista que estaba en el secreto de las pasiones humanas.