domingo, 16 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. "Política para diletantes", por José María Ridao


   En "El País":

 14 SEP 2012
Llevada al extremo, la lógica del populismo exige convertir la política en una actividad no remunerada. Si, como hace el populismo, se parte de que la vocación de servicio público es solo una coartada para obtener beneficios privados, entonces nada mejor que impedir la obtención de ninguno, incluido el salario de los cargos electos. Solo que, al dejar a los cargos electos sin salario, el populismo completa un giro con el que coloca al Estado moderno en rumbo hacia formas de organización política anteriores. En las Cortes convocadas por los reyes medievales, ninguno de los participantes pretendía representar otros intereses que no fueran los de su estamento, y de ahí que no cupiese la idea de que le retribuyesen las arcas del reino, que eran las personales del monarca.
Max Weber subrayó la estrecha vinculación entre el Estado moderno y la burocracia, servida por un cuerpo profesional de funcionarios que fueron reforzando un vínculo directo con la Administración en detrimento del que les unía al poder político de turno. Pero el Estado moderno, sobre todo a partir de su evolución liberal y democrática, introdujo otro cambio decisivo: los participantes en las asambleas inspiradas en las antiguas Cortes medievales comenzaron a representar el interés general, no el de unos estamentos que habían dejado de existir a efectos legales y políticos, ni tampoco el de sus votantes o el de los partidos con los que concurrían a las elecciones. Remunerar a los diputados por su trabajo era una medida para asegurar su independencia a la hora de representar, y defender, el interés general. Por otra parte, era el instrumento imprescindible para exigirles responsabilidades en el cumplimiento de esa representación y esa defensa.
Al proponer que se supriman las retribuciones de los diputados regionales, puede que la presidenta de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, haya considerado que la experiencia acumulada en la gestión del Estado moderno no sirve en situaciones de crisis como las que atraviesa España. Puede, también, que solo haya perseguido un nuevo golpe de efecto propagandístico, haciendo abstracción de sus formidables consecuencias tanto conceptuales como prácticas. De mantenerse indefinidamente esta medida, la selección negativa de los cuadros dirigentes que han favorecido la estructura interna de los partidos políticos y la Ley Electoral podría ser sustituida por una selección diferente: la del diletantismo, la de la política como entretenimiento o como lujo de quienes disponen de tiempo y de recursos para pagarlo.
Apelando a la pedagogía social, la mayoría de los cargos electos españoles han renunciado a parte de sus salarios desde que estalló la crisis. Pero existe una línea a partir de la cual la pedagogía se transforma en otra cosa, y esa es la línea que habría traspasado la presidenta de Castilla-La Mancha con esta propuesta. La supresión de los salarios de los diputados transmite un mensaje con vagos aromas no se sabe si antiautonómicos o directamente antiparlamentarios; un mensaje que, en resumidas cuentas, dice algo así como “señoras y señores, esto es lo que de verdad vale esta Cámara”.

TEXTO PERIODÍSTICO para comentario en clase. Reportaje: "Volver a los tiempos de 'La escopeta nacional'".

Cospedal agradece los aplausos tras el debate del estado de la región. / PÉREZ HERRERA (EFE)

   En "El País":

Volver a los tiempos de ‘La escopeta nacional’

Cospedal levanta ampollas con su propuesta de dejar sin sueldo a los legisladores de su región

Políticos y politólogos alertan del riesgo de corrupción y de expulsar a quien no es rico

 14 SEP 2012

¿Pensó Dolores de Cospedal, número dos del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, que su propuesta “de ahorro y ejemplarizante” iba a remover las conciencias y las vísceras de la mayoría de los políticos de España, incluidos muchos de su partido? Buena parte de la opinión pública probablemente ha acogido con enorme satisfacción la intención de la gobernante regional y dirigente nacional de dejar sin sueldo a los parlamentarios de su región. De llevarse a cabo el plan, los 49 diputados dejarán de recibir su remuneración mensual, entre 2.800 y 3.000 euros según la responsabilidad, y se establecerán pagos por asistencia a modo de dietas. El nuevo plan entraría en vigor a partir del próximo 1 de enero, aunque está por elaborar, según fuentes del PP.

¿Por qué tanto revuelo?, se pregunta la secretaria general del Partido Popular. “Se trata de que haya toda clase de profesiones en el Parlamento regional, incluidos fontaneros y electricistas”. Es decir, que el tendero, el electricista o el tapicero que tiene su profesión remunerada se desplace de vez en cuando a las Cortes de Castilla-La Mancha, con sede en Toledo, para gestionar y legislar sobre las muchas competencias del Parlamento regional en torno a impuestos, prestaciones, educación, sanidad, y sobre el devenir de 70.000 empleados públicos, de los que casi 50.000 pertenecen a los sectores de Sanidad y Educación. El tendero, el profesor, el notario o el bombero daría un salto desde Albacete, Cuenca, Ciudad Real o Guadalajara para aprobar, por ejemplo, el nuevo tramo de IRPF para los castellano-manchegos. El secretario general de los socialistas de Castilla-La Mancha y alcalde de Toledo, Emiliano García-Page, ironiza: “Unas personas en los ratos libres gestionan 8.000 millones de euros” (último presupuesto de esta comunidad autónoma).

El plan remite a la dictadura con procuradores
en lugar de electos
La presidenta replica a los críticos afirmando que “algunos no quieren que se dediquen a la política quienes pueden ganarse la vida de otra manera”. Sin embargo, su propuesta da al traste con una de las conquistas democráticas más trascendentales del Estado moderno, que impregnó a todos los parlamentarios europeos, cuyos miembros tienen remuneraciones fijas. Todos y cada uno de ellos.
A los políticos consultados, la mayoría vinculados al derecho constitucional y la historia por formación, y con otros medios de vida seguros si dejaran la política, se les viene encima la España de la dictadura de Franco, con procuradores en Cortes que, en efecto, no cobraban, en vez de parlamentarios elegidos por sufragio universal. Y antes, a la democracia censitaria de los siglos XVIII y XIX, cuando solo los tocados por la fortuna podían ser elegidos.
¿Volver a las Cortes de Franco?, se preguntan los consultados. Los miembros de esas Cortes, entre 1939 y 1977, pertenecían la clase más alta del régimen, aunque las pocas horas que pasaban al mes en el viejo palacio de la Carrera de San Jerónimo, para convalidar las leyes que aprobaba el dictador y sus ministros, les resultaban muy rentables. Los negocios que no se cerraban en ese marco, se sellaban en cacerías: “Las escenas hilarantes de la película La escopeta nacional no eran ficción”, rememoraba un veterano diputado socialista en un corrillo en el que trataba este asunto con parlamentarios de su propio grupo y de las bancadas nacionalistas.

López Garrido: “La remuneración digna da independencia”
“Esa propuesta lleva a que solo los ricos puedan estar en política y los que no lo son, ¿alguien les tendrá que pagar para vivir…?” Esta apreciación con pregunta incluida de Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida, entraña otro de los aspectos que todos los políticos consultados han realzado: un Parlamento, nacional o regional, con políticos sin sueldo obligaría a quien “no sea rico por casa”, a ponerse a disposición de algún grupo, corporación, empresa o colectivo que le pague a cambio de defender sus intereses. Se abren las puertas a la corrupción, porque se prescinde del régimen de incompatibilidades.
Quienes están más preocupados son los parlamentarios de Castilla-La Mancha que concurrieron a las elecciones de mayo de 2011 con unas condiciones que ahora pueden modificarse sustancialmente. Muchos abandonaron sus trabajos o pidieron excedencia para cumplir con el duro régimen de incompatibilidades dictado durante años por los socialistas José Bono y José María Barreda. Los diputados castellano-manchegos tienen prohibida cualquier remuneración externa, por pequeña que sea, porque su dedicación tiene que ser absoluta.
El parlamentario socialista José Manuel Caballero, secretario general de Ciudad Real, denuncia que detrás de la propuesta, además del “populismo”, está el deseo de amordazar a la oposición, ya que si los diputados están de paso, porque tienen otras ocupaciones, la mayoría parlamentaria del PP puede “castigar” al PSOE al no convocar comisiones parlamentarias: legislativas y de control. Y todo por un escaño más, que es el que tiene el PP sobre el PSOE, se desespera Caballero, pero ese es el juego democrático.

Cayo Lara: “Los
representantes serán los
de los grandes ‘lobbys”
En aras, precisamente, de la pureza democrática los Estados modernos establecieron sueldos a los parlamentarios para que no tuvieran que depender de intereses particulares. De ahí las estrictas incompatibilidades de las Cortes Generales.
Un retroceso, analizado desde cualquier punto de vista. Esta es la opinión del diputado de CiU Jordi Xuclá, experto constitucionalista que, además de la vuelta a la España “en blanco y negro, a la de los Procuradores en Cortes”, rompe la igualdad de condiciones para optar a ser representante de los ciudadanos. “La política no es una profesión pero se debe llevar con profesionalidad”, afirma Xuclá, un parlamentario muy activo.
Además, expone todo su rechazo a una nueva versión de la democracia censitaria de los siglos XVIII y XIX, en la que tanto para elegir como para ser elegido se debía tener riquezas, títulos honoríficos o determinados blasones. Estas épocas son rememoradas por el diputado socialista y portavoz de Defensa de su grupo, Diego López Garrido, letrado en Cortes y catedrático de Derecho Constitucional: “Quien te paga manda; y si te paga el pueblo estás a su servicio y si no es el pueblo, pues alguien te pagará, a no ser que seas rico, abriéndose la puerta a la corrupción", concluye López Garrido. “La remuneración justa y digna de los presupuestos públicos dota al diputado de independencia y le libra de ataduras”, remacha.

CiU: “La política no puede
ser el chivo expiatorio
de la crisis económica”
El coordinador general de IU, Cayo Lara, califica de predemocrática y anticonstitucional esta medida. En efecto, la Constitución establece la asignación económica para los parlamentarios, precisamente para preservar su independencia. “Dejar sin sueldo a los parlamentarios equivale a dejar sin representación a la mayoría de los ciudadanos y que los representantes de las Cortes sean los grandes lobbys”, deduce el político izquierdista.
A la Historia con mayúscula se apela con insistencia al analizar este asunto. Asi lo hace el portavoz adjunto de UPyD, Carlos Martínez Gorriarán. “Si tuviera unos mínimos conocimientos de historia, la señora Cospedal sabría que su tesis es predemocrática y supone un retroceso de siglos”. Por el contrario, tener un sueldo público “no es un privilegio para los diputados siempre que se mantenga en límites razonables”, sino que es una “conquista democrática”, sostiene Gorriarán.
Y ya se han dado pasos para que la remuneración de los parlamentarios sufra las mismas mermas que experimentan todos los empleados públicos. Los recortes son los mismos en el porcentaje más alto de la tabla y, por supuesto, tampoco tendrán paga extra de Navidad el próximo mes de diciembre.
Quienes se oponen a dar un vuelco al sistema de remuneraciones de los parlamentarios y a abrir la puerta a que trabajen en otras actividades se dirigen enfáticamente a la opinión pública para que mediten sobre las consecuencias de esa medida. El secretario general del Grupo Socialista en el Parlamento Europeo, Enrique Guerrero, establece esta disyuntiva con fuerte carga crítica. “Es preferible que los ciudadanos paguen a los diputados por resolver sus problemas a que paguen redes como la Gürtel por algo que beneficia a representantes corruptos de los ciudadanos”, señala este profesor titular de Ciencia Política.

Cospedal propone que los legisladores sean profesionales en activo
Una y otra vez los peligros de permitir a parlamentarios que simultaneen actividades privadas con el Parlamento brotan de los políticos. “No se puede simultanear el escaño con una actividad que puede desarrollarse en despachos de abogados quizá dirigidos por diputados que sirven a un lobby”, rechaza Guerrero.
¿Qué alcance tendrá esta medida que Cospedal propone para las Cortes de Castilla-La Mancha? Que haya hecho la propuesta la máxima dirigente del PP, después del presidente del Gobierno y del partido, Mariano Rajoy, es lo que ha hecho que el resto de los partidos le den la máxima relevancia. También se la han dado dirigentes regionales del PP, que no ocultan en privado cierto malestar porque su “jefa” marque esa tendencia.
En público predomina la tibieza o la desviación del tema. La vicepresidenta primera del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, alabó todas las medidas que puedan tomar las comunidades autónomas para ahorrar. “Cada comunidad decide qué medidas considera más oportunas”. A Esperanza Aguirre, presidenta de Madrid, la medida no le sugiere nada especial: “No me parece ni bien ni mal”, y recordó que durante unos años los parlamentarios de Madrid no recibían remuneración fija. En efecto, eso fue así hasta los primeros años noventa, pero hubo un “ataque de dietitis”, como recuerda un gobernante de la época. Se entendió por ese fenómeno aquel que llevaba a los parlamentarios a apuntarse al mayor número posible de comisiones para abultar las dietas. Mejor un sueldo fijo, pensaron, ya que los pagos empezaron a desorbitarse.

8.000 millones no pueden gestionarse
en ratos libres, dice García-Page
Sí, hay incomodidad en el PP por este debate que la mayoría de los dirigentes tratan de encapsular en las Cortes de Castilla-La Mancha. Así, el portavoz parlamentario del grupo Popular, Alfonso Alonso, proclama su identificación con “la doctrina de los padres de la Constitución” que, para él, “sigue vigente”. “Los parlamentarios tienen una asignación pública para mantener su independencia y para que el acceso a la política no esté vetado por razones económicas”. Por tanto, rechaza planteamientos “demagógicos y agresivos contra la política” y se queda con “posiciones equilibradas”. Sí al sistema, pero “con ajustes”, trata de zanjar el responsable de los parlamentarios del PP.
¿Es la crisis el detonante de propuestas cuyas consecuencias no se han meditado? En parte sí, reconocen los consultados. Pero hay irritación, como expresa, en forma de ruego, el diputado de CiU, Jordi Xuclá: “La política no puede ser el chivo expiatorio de la crisis”.

TEXTO PERIODÍSTICO. COLUMNA. "Cuerpos", por Manuel Vicent

Manuel Vicent

   En "El País":

 16 SEP 2012
Una joven atractiva, mientras se maquilla ante el espejo del cuarto de baño para ir a trabajar, recita una nueva versión del monólogo de Hamlet: ser o no ser, esta es la cuestión, levantarse todos los días a las siete de la mañana y tener que aguantar a un jefe despótico, machista e incompetente, todo por mil y pico euros al mes, o renunciar a esta lucha agotadora y quedarme en la cama para dormir, tal vez soñar, junto a un marido vulgar, a quien con un poco de maña puedo dominar a mi antojo. Este dilema aciago parece haber arraigado en buena parte de la juventud femenina. Frente a aquella generación de mujeres, que en los años sesenta del siglo pasado decidió ser libre y realizó un arduo sacrificio para equipararse a los hombres en igualdad de derechos e imponer su presencia en la primera línea de la sociedad, cada día es más visible una clase nueva de mujer joven, incluso adolescente, que ha elegido utilizar las clásicas armas femeninas, que parecían ya periclitadas, la seducción, la belleza física y el gancho del sexo para buscar amparo a la sombra de su pareja y recuperar el papel de reina del hogar. Puede que la moral de la iglesia católica se haya aliado con la crisis económica para imbuir tenazmente en la mujer la idea que vuelva a casa, críe hijos, se ponga guapa y complazca en todo a su marido. Si una chica acude a diario a machacarse en el gimnasio, si se atiborra de silicona, si camina sobre unas plataformas increíbles, si decora su piel con toda suerte de tatuajes, ¿busca sentirse saludable y fuerte para luchar por sus derechos o, tal vez, solo trata de convertir su cuerpo en un objeto de deseo, en un arma de combate frente a los hombres? Ser o no ser. ¿Qué es mejor, soportar a un jefe tirano que me explota o a un marido mediocre que me llevará a París si le hago un mohín de gatita? Puede que el dilema no sea tan rudo, pero aquellas mujeres que en el siglo pasado lucharon como panteras por su dignidad, sin tiempo para pintarse los labios, tienen ahora unas nietas hermosas, siliconadas, tatuadas con serpientes y mariposas, dispuestas a claudicar en sus derechos, con tal de ganar la otra batalla, el viejo sueño de sentirse adorables y tener al macho de nuevo a sus pies en la alfombra.

TEXTO PERIODÍSTICO. "El fin de la cultura de los objetos", reportaje. Y TEXTO PERIODÍSTICO PARA COMENTAR: "Digital: más oral que escrito", por Antonio Rodríguez de las Heras


   En "El País":

El fin de la cultura de los objetos

El arrendamiento de los servicios sustituye a la compra y el almacenamiento de bienes culturales

 15 SEP 2012
Cuando le alcance la muerte, la biblioteca digital que recopiló durante años se esfumará con usted. Todos los discos o libros comprados en tiendas electrónicas como Amazon o iTunes (Apple) se perderán en algún sitio del ciberespacio. En realidad, ni siquiera hará falta. Usted nunca los poseyó, simplemente fue arrendatario vitalicio de un servicio de lectura o escucha musical que esas compañías le prestaron a cambio de una cantidad de dinero molestamente parecida a la que solía pagar por hacerse con un ejemplar físico de esos títulos (añadido a que el gravamen por los libros electrónicos es 17 puntos superior al del de los tradicionales). En aquel mundo de los objetos en el que vivió, un disco solía costarle alrededor de 15 euros. Hoy son solo diez, pero no puede prestarlo, tirarlo por el balcón, copiarlo o tan siquiera dejárselo a sus hijos cuando muera.
 Esta semana, a raíz del rumor acerca de que el actor Bruce Willis pensaba demandar a Apple por no permitirle transmitir en herencia a sus hijas su enorme colección de discos (desmentido por su esposa en Twitter) ha prendido el debate sobre el asunto y los ánimos de usuarios contra las empresas. El nuevo modelo de negocio en la música y los libros, dos sectores que atraviesan una profunda crisis de identidad y de formato, se fundamenta en prestar servicios en lugar de vender bienes. Una idea anunciada ya por Jeremy Rifkin en su libro La era del acceso (Paidós, 2000) y que se materializa a cada paso que da el sistema de venta y consumo. En la cultura, da igual, o en la venta de coches, pagamos ya por mantener abierta durante un tiempo esa puerta trasera que da al patio de las emociones.
La acumulación de bienes ya no determina la riqueza ni la identidad
La acumulación de objetos ya no determina la riqueza ni la identidad del recopilador. El obsesivo acopio ha perdido aquella magia que describía Walter Benjamin en Desembalando mi biblioteca: “El encantamiento más profundo consiste en encerrar el objeto individual dentro de un círculo mágico en el que queda congelado mientras el escalofrío final, el escalofrío de la adquisición, lo recorre”. Y es cierto que sabíamos ya que un libro o un disco digital no se tocan. Que ese “escalofrío de la adquisición” se ha vuelto un mero cosquilleo vía Paypal. Pero ahora sabemos también que los nuevos bienes no se poseen ni serán para los que nos sucedan. Algo así como el fin de la cultura de los objetos; o de los objetos de la cultura. El servicio que alquilamos se presta única e intransferiblemente a la cuenta de usuario con la que hacemos las transacciones. Se acabó aquello de domesticar el tiempo a través de la colección de cosas, como decía Baudrillard en su famoso Sistema de los objetos.
Almacenar es en este mundo inmaterial cosa de otra época. Algo más cercano a un molesto síndrome de Diógenes que a una acumulación de saber. Los hogares ya no se diseñan con estanterías (incluso Ikea se plantea un rediseño menos profundo de su estantería Billy) y los ordenadores cada vez necesitan un disco duro más reducido: para eso está la nube. Puestos a tirar de analogía, es probable que la capacidad de archivar la información tampoco sea ya tan necesaria en el cerebro. Se potencia la memoria RAM (la velocidad, la habilidad, la capacidad de hacer más de una tarea a la vez, como explica Nicholas Carr en Superficiales) en detrimento del almacenamiento de datos que nunca necesitaremos. Lo que se busca, se encuentra en Google. El riesgo, de alguna manera y evocando aquella escena final de Blade Runner, es que todas nuestras experiencias (en este caso el patrimonio cultural), lo que configuró el mapa de nuestra identidad y nuestro secreto deseo de trascendencia, se pierdan como lágrimas en la lluvia.
“Lo físico y tangible cada vez tiene menos relevancia”, dice Simone Bosé
“No tiene sentido. Solo responde a unos intereses comerciales. Los costes de almacenamiento en la nube son irrisorios. Almacenar todas nuestras bibliotecas personales supone un coste residual para estas compañías”, critica Javier Celaya, fundador de Dosdoce, observatorio de las nuevas tecnologías en el sector cultural. “Teníamos unos derechos que ganamos en el mundo analógico y que no deberíamos perder en el mundo digital. Es cierto que ya no es una propiedad, sino un servicio, pero si mañana Amazon desaparece, ¿se va al traste nuestra biblioteca? Nos tendrían que garantizar que podemos tener acceso siempre a esos archivos. Incluso si nos queremos ir de Amazon. Sucedía igual con el número de teléfono de las compañías de móviles. El mundo digital lo estamos creando, no es necesariamente así”, insiste Celaya.
Lo perdurable, lo indestructible, incluso en el amor (véase el auge de las webs de adulterio o contactos), es hoy una actitud muy poco ecológica en este “régimen de obsolescencia” —como lo define el filósofo José Luis Pardo—. Proliferan empresas de almacenaje como Bluespace para enterrar ahí sin fecha de vuelta todo lo que ya no podemos absorber en nuestra vida doméstica. Y lo mismo sucede con los datos que almacenamos. Una vez muertos, y ya que nadie más puede tener acceso a ello, lo que queda de nosotros en la Red no son más que molestos residuos duplicados infinitamente. Entonces, ¿qué mejor destino que la destrucción?
La mayoría de jóvenes en EE UU escuchan música a través de Youtube
En cuanto a la fiebre archivística tan del siglo XX, especialmente la referida a la música ¿quién necesita hoy comenzar una colección cuando está toda en Youtube? Según un estudio de la consultora Nielsen publicado recientemente, la mayoría de jóvenes estadounidenses eligen dicho canal de vídeos para escuchar música. Ni CD, ni LP ni iTunes. Así que, bien mirado, a quién le importa adónde demonios vaya a parar el contenido histórico de nuestra estantería. “No sé si es progreso, evolución o cambio de modelo de la propiedad como la entendíamos hasta ahora. Lo físico y tangible cada vez tiene menos relevancia. Los contenidos pasan a tener un componente de disfrute más que de propiedad. ¿El precio? Lo pone el que los comercializa. Creo que en el futuro todos los hábitos cambiarán, sobre todo la valoración de la propiedad. Todavía nos aferramos a un romanticismo materialista de otra época. Hay objetos que todavía pertenecen al ámbito del coleccionismo o la valoración fetichista de un disco. Ahora ya no transportamos los objetos culturales, accedemos al contenido”, explica Simone Bosé, presidente de EMI Music España.
Justamente, ese concepto de “contenido” (referido a música, libros o información periodística, antes claramente delimitados) nace paralelamente a esta nueva cultura del arrendamiento de los bienes culturales. De alguna forma, periódicos, discográficas o editoriales se encuentran de golpe en una misma industria que alquila información para dispositivos electrónicos. “Tendemos a llamar contenido a todo lo que se produce de alguna forma intelectual, pero no veo una connotación negativa. Pero sí que puede responder a ese cambio de paradigma en la distribución de los bienes culturales, en el acceso más que en la propiedad”, insiste Bosé.
El escritor Eloy Fernández-Porta, autor de libros como Afterpop o Ero$, acaba de enfrentarse personalmente a este problema. Su padre, el filósofo Francisco Fernández Buey, murió este verano y encontrar acomodo a la biblioteca especializada de más de 5.000 volúmenes que recopiló fue una odisea más que una satisfacción. “El mayor problema que tenemos es que seguimos pensando en términos humanos en un mundo que ya no lo es. La posesión de los formatos inmateriales no es un derecho humano. Es un arrendamiento del espacio digital corporativo. Pero seguimos pensando en el espacio como un terreno que nos legó la naturaleza y siempre discutimos a quién pertenece. Además, la difusión de las innovaciones técnicas no es una deuda que el innovador ha contraído con la especie humana, es parte de una política de patentes. Si Gutenberg viviera hoy no daría gratis una cosa que desde luego vale dinero”, reflexiona Fernández Porta. “Pero el más decisivo es la noción de consanguinidad. La entendemos como una correa de transmisión que enlaza el cuerpo, la genealogía, con la ley (herencias). La noción del cuerpo humano se ha transformado, de modo que la consanguinidad solo puede ser entendida como un accidente biológico reversible. Los derechos que siempre venían con ella no se aplican. Es el tema central del asunto poshumano. Ya no vivimos en una era de la transmisión genealógica generacional. La ley y los genes corren en paralelo”, insiste.
Fernández Porta: “Pensamos como humanos en un mundo que no lo es”
Como apunta Fernández Porta, la ruptura de esta línea genealógica ya venía sugerida por la tradición de la ciencia ficción con novelas como el Fin de la infancia, de Arthur Clarke oBlade Runner, donde siempre existe una lucha entre el creador y su creación, pero donde nadie se plantea ni remotamente tener hijos como una forma de trascendencia o posible legado. En caso de que llegasen, es probable que el interés por heredar decenas de cajas llenas de objetos acumulados durante años, el peso de esa narcisista recolección del padre, no logre soportarlo ni una sola generación más. 

Digital: más oral que escrito

ANTONIO RODRÍGUEZ DE LAS HERAS
Tendemos a colocar la cultura digital que rápidamente está emergiendo en una línea temporal: la cultura oral milenaria, la cultura escrita secular, y ahora, a continuación, la cultura digital. Y la comprensible inercia ante la transición hace que cueste liberarse de una interpretación en que esta recién iniciada forma de instalarse en el mundo es solo una continuación de la cultura escrita. Pero este fenómeno de transformación no se puede entender tan linealmente. Hay que superar la tentación de la simple secuencia temporal y ver la cultura digital como una cuña que penetra entre la cultura oral y la cultura escrita. De manera que bascula entre las otras dos, es más, parece que muestra mayor inclinación hacia la cultura oral. Y esto quizá sorprenda desde la cultura hegemónica, que puede considerar que si hay un cambio es para superar lo que ella ha conseguido, no para volver atrás. De ahí esa visión lineal y progresiva en que se pretende colocar lo nuevo. Sin embargo, no es así: la cultura digital recupera y reinterpreta rasgos clave de la cultura oral.
La oralidad se sostiene sobre lo efímero: la palabra, el gesto, la situación... tan fugaces. La repetición, por tanto, como forma de resistirse a esta inconsistencia. Pero cada repetición es única y original. Lo sucedido se hace ya inaprensible. La palabra, el gesto y el momento no dejan rastro material, hay que repetirlos para no perderlos, pero, porque las circunstancias son otras, será ya una reformulación de lo anterior. Para que no se pierda la cultura oral tengo que repetir lo que digo, y que lo repitan otros. Si otros no intervienen o se les prohíbe, si no se adapta lo que se diga al momento, se pierde sin remedio.
La cultura escrita trae un medio artificial de presencia no obligada. La palabra perdura (y con el registro audiovisual, el gesto y el entorno). Pero el resultado es que nos cargamos de materia resistente al paso del tiempo, que va poblando, porque ocupa un lugar, nuestro ámbito. Proporciona una satisfactoria sensación de posesión, y tu identidad se ancla en los objetos que perduran.
En un principio creímos que la digitalidad era un mundo virtual que estaba al otro lado de la pantalla. Una frontera, pues, bien definida y separadora. Pero ahora notamos que no es así: el mundo digital, virtual, se derrama, penetra en nuestro mundo de objetos bien tangibles, hechos de átomos, y comienza a habitar entre nosotros. Marea que empapa la materia y la reblandece y con ello se debilita nuestra forma de asirnos a la existencia. Es mucho más perturbadora de lo que se podría suponer esta emergencia de la digitalidad. Altera modelos de negocio, afecta a derechos adquiridos del consumidor, replantea los conceptos de propiedad y de autoría, sí, pero sobre todo, nos empuja irresistiblemente a otras formas de ver el mundo y de estar en él.
Antonio Rodríguez de las Heras es catedrático de la Universidad Carlos III



viernes, 14 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. Editorial: "Sin presente ni futuro""


   En "El País":

 14 SEP 2012 

Casi dos millones de jóvenes españoles entre los 15 y los 29 años ni estudian ni trabajan. Son los llamados ninis. La cifra —1,9 millones exactamente— la recoge un reciente informe de la OCDE (Panorama de la educación 2012) y corresponde al año 2010, por lo que no es arriesgado suponer que la situación ha empeorado. Es una foto fija, en todo caso, que evidencia, además de los fallos del mercado laboral, las lagunas que todavía sufre el sistema educativo español y que el proyecto de ley que prepara el Gobierno solo aborda tangencialmente.
La tasa oficial de paro juvenil en España es del 53,28%, un porcentaje que, en Europa, solo es similar al de Grecia. Que la proporción de los que tampoco cursan ningún estudio sea, sin embargo, muy superior indica que aquí hay deficiencias educativas que es urgente corregir. Una de ellas es la escasa implantación de la Formación Profesional. La otra es un sistema adecuado de coordinación entre la escuela y la empresa que facilite el tránsito hacia el mercado de trabajo. Según el informe, una mayor participación en la Formación Profesional suele ir acompañada de una menor inactividad entre los jóvenes. Pues bien, España es, junto a Turquía, el país con menor porcentaje de diplomados en Formación Profesional de la OCDE. A ello se suman las dificultades de enganche que tienen los jóvenes una vez que dejaron los estudios en un país que, aun con mejoras, sigue exhibiendo un triste récord en abandono escolar.
Las reformas que prevé el borrador de la llamada Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa apenas si van a tener incidencia en este problema. El proyecto recoge fundamentalmente cambios de corte político con una clara tendencia a la recentralización de la enseñanza. El refuerzo en Lengua, Matemáticas y Ciencias está contenido y era una necesidad. Respecto a la Formación Profesional, incorpora un nuevo ciclo temprano, pero en el que persiste ese escollo de la dificultad de reengancharse. Volver al sistema de reválidas y adelantar la edad en la que los estudiantes deben elegir es una opción polémica que no garantiza la mejora de la calidad educativa, seriamente amenazada por los recortes dictados por este mismo Gobierno. Mientras en Francia se libera al sistema educativo de los ajustes del gasto público y se trabaja por contratar a 60.000 nuevos profesionales en los próximos cinco años, aquí se ha aplicado la tijera sin tener en cuenta que la educación es, fundamentalmente, una inversión productiva de la que depende la competitividad del país.
El alto porcentaje de ninis registrados en España coincide con la creciente huida de ciudadanos hacia otros países (40.625 en el primer semestre de este año; un 44,2% más que en el mismo periodo del año anterior), lo que supone, en parte, perder los beneficios de la inversión que España hizo en ellos. La descapitalización es evidente y la falta de alternativas, dramática.

domingo, 9 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. "Los apedreadores", por Lorenzo Silva

Lorenzo Silva

   En "El Mundo":

Los apedreadores

Lorenzo Silva | Madrid
 09/09/2012

Para que dé comienzo una lapidación sólo se precisa que alguien arroje la primera piedra. Los apedreadores siempre están ahí, agazapados, esperando a que alguien les proporcione un blanco al que resulte legítimo arrearle el cantazo. Por su naturaleza, no son proclives a la acción solitaria: necesitan de la conformación de ese espíritu gregario que está en la base, tan humana como monstruosa, de cualquier linchamiento.
Nuestro primer apedreador es un tipo que un buen día, o una buena noche, se encuentra con un vídeo sin audio en sus manos. No vamos a prejuzgar cómo lo consigue (jueces y guardias civiles hay aún investigando quién es y cómo ocurrió todo). La cuestión es que en la soledad de su visionado nuestro primer apedreador comprende que tiene en las manos un pedrusco de los gordos, uno de esos que si te atizan en la frente te tumban de espaldas, de culo o de lo que cada uno prefiera decir.
Una mujer, casada, con dos hijos, expuesta en un trance que le resultará tan difícil como incómodo de explicar. Uno de esos trances en que todos los humanos (siempre habrá excepciones, pero son pocas) nos ponemos alguna vez, a solas o con complicidad de otro humano, en el entendimiento de que la cosa sólo es asunto nuestro o de ese otro humano, y que nunca sería algo que ofreciéramos (bueno, también hay excepciones, pero también pocas) a cualquiera y con cualquier pretexto.
Hay un momento en que el apedreador empuña la piedra, la sopesa y, finalmente, la arroja. Es de suponer que cree tener un motivo. O a lo mejor es simplemente un arreón de mala voluntad. O quizá es un desliz, pura inconsciencia. A veces las piedras se tiran así, por no dejarlas caer, sin más, por no desaprovechar, ya que estamos, la posibilidad de darle con ellas a algo.
Tras él, vienen en seguida otros. Primero, los que están más cerca de la apedreada, y se ven reclamados por el ruido sordo, y a la vez morbosamente atrayente, del impacto inicial. La primera piedra genera otras piedrecillas, que apedreadores entusiastas empiezan a lanzar con soltura, con frivolidad, algunos con aire distraído, sin pensarlo casi. El repiqueteo de las piedras trasciende y una multitud de nuevos apedreadores se suma a la horda. Pronto la desdichada queda sepultada bajo una lluvia de pedradas; abrumada por el peso del ataque, se hunde e implora compasión anunciando su retirada de la escena. Entonces hay quien acude a socorrerla: como el Nazareno se interpuso entre la Magdalena y sus perseguidores, nunca falta quien, llegados el caso y el momento, se postula como redentor o redentora.
¿Disuade esto a los apedreadores? En absoluto. Al ver que la apedreada se rehace, los más próximos, esos que hasta ahora tiraban sin empeñarse mucho, se aplican con furia a la tarea, acompañando su ataque de todos los recursos destructivos posibles. Zorra, puta, bruja. La Edad Media, como la de Piedra, siempre está ahí, dentro de nosotros, acechándonos.
En un momento de irreflexión, la apedreada ha dado un paso en falso. Pongamos que incluso es un paso en falso el que puso la piedra en la mano de su primer agresor. Entonces entran otros apedreadores, más sutiles, que arrojan unos guijarros diminutos, pero cortantes. A lo mejor se lo tiene merecido, a lo mejor no es tan víctima: se saltó esa ordenanza, o se le escapó en medio de la zozobra una mentirijilla torpe. Estos guijarros, lanzados como al descuido, pero tan letales como los otros, terminan de redondear la lapidación. Son, en sutil y oblicuo, como el chiste de Gila: le estaban dando tal paliza al pobre que me metí, y oye, cómo lo dejamos entre todos: hecho un Cristo.
Ser o no ser apedreador. That is the question.

Artículo a propósito del vídeo de la concejala del ayuntamiento de Los Yébenes, Olvido Hormigos.

sábado, 8 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. "Intimidad", por Juan Cruz

Olvido Hormigos, de azul, en un pleno del ayuntamiento de Los Yébenes. Fotografía de Ana Pérez Herrera

   En "El País":

Intimidad

JUAN CRUZ    8 SEP 2012

Las redes sociales e Internet han ampliado las posibilidades del infierno, aunque también nos hacen sentir en paraísos más o menos engañosos. Una mentira puede ser ahora una mentira global desde que se pulsa el click. Un insulto es, asimismo, susceptible de alcanzar la dudosa gloria de la difusión mundial en cuanto se emite. Y el ejercicio de la venganza tiene en el establecimiento global que proporcionan las nuevas tecnologías un aliado que convierte en un juego de niños malvados aquel cuento de Juan Carlos Onetti, El infierno tan temido.
En ese relato escalofriante del maestro uruguayo, alguien decide vengarse de su adversario y le va enviando por correo (por correo postal, esa antigualla) recortes que van convirtiéndose en un puzle diabólico que enloquece al enemigo hasta introducirlo directamente en el infierno tan temido. Ahora en España hemos tenido la enésima escenificación de ese cuento, protagonizado en este caso, sin querer, naturalmente, por una concejal socialista de un pueblo toledano, Los Yébenes, cuya intimidad sexual fue cazada desde un móvil y reenviada al universo mundo por algún adversario que quería sacar la despiadada tajada de la venganza. Lo ha logrado a medias, pues en efecto gente del pueblo de Los Yébenes ha ido adonde ella se reúne, el pleno municipal, a decirle de todo, mientras que desde otros lados de las redes sociales (las virtuales y las que no lo son) se la estimula a seguir como concejal y a no dejarse amedrentar por los insultos que acompañan siempre a todo ejercicio eficaz de la represalia.
Estamos ahora a un click de ser carne de cañón mediático. La amenaza virtual ha afectado a famosos, sobre todo, pero la escala es infinita, y los que saben de la existencia de estos instrumentos ya disparan como les da la gana desde la impunidad que les da el anonimato, que a veces se manifiesta en pellizquitos de monja y otras veces actúa para que el otro conozca las fauces del infierno. Juan Rulfo, amigo de Onetti, decía que un pueblo chico puede ser un infierno grande. Ahora ya el pueblo chico es el mundo entero, y el infierno puede alcanzar dimensiones incalculables.

TEXTO PERIODÍSTICO. "Estrategia oportunista", editorial


   En "El País":

Estrategia oportunista

8 SEP 2012

La crisis económica y la necesidad de ajustar el gasto público se han convertido en una coartada para hacer propuestas de cariz ideológico por parte de algunos políticos. María Dolores de Cospedal, presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha y secretaria general del Partido Popular, ha lanzado la idea de reducir el número de diputados regionales y —lo que es más novedoso— retirarles el sueldo y ofrecerles únicamente dietas por su trabajo. Para que la primera reforma saliera adelante, el PP necesitaría el voto mayoritario del Parlamento regional y el apoyo de dos tercios del Congreso, pero para retirar el salario a los parlamentarios bastaría en principio con dejar de presupuestarlo.
Este inusitado castigo a la clase política tiene público. El desempleo masivo, los drásticos recortes presupuestarios y, sobre todo, los numerosos casos de corrupción y mala gestión de lo público dejan el campo abonado para propuestas populistas con trampa. Porque una cosa es aquilatar el gasto público reduciendo salarios y el número de diputados —siempre que sea un recorte moderado— y otra bien distinta convertir la actividad política en un trabajo poco menos que altruista. Los resultados podrían ser desastrosos para el sistema democrático. Participar en política se convertiría en una actividad solo al alcance de los más adinerados; y, al pretender que los diputados vivan de sus respectivas profesiones, estos no podrían dedicarse a la política más que a tiempo parcial, lo que reduciría seriamente su capacidad constitucional de controlar la tarea del Ejecutivo. El sistema de Cospedal no dignificaría la labor de los políticos, como ella defiende, y dejaría las manos más libres a los gobernantes. Una consecuencia que, sin duda, beneficia a Cospedal, como también le beneficia el hecho de que entre el grupo parlamentario popular haya más profesionales de la política con sueldo —como consejeros autónomicos, por ejemplo— que entre el grupo de la oposición. Es otra consecuencia con la que quizá Cospedal ya contaba de antemano.
Esta iniciativa es burda y pone en duda las convicciones democráticas de quien la propone. España necesita una profunda regeneración de la vida política; no su demolición. El cambio que Cospedal propone puede alentar el desprestigio de la actividad pública, además de esconder una estrategia oportunista.

jueves, 6 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. Uso de anglicismos

   En "El País":

Chica busca chico (corriente)

Los nuevos cánones de belleza masculina en Hollywood han provocado un cambio en el gusto de las mujeres: el vecino de al lado triunfa.

Jason Segel protagoniza junto a Emily Blunt la comedia romántica de la temporada.

     Quién nos iba a decir a nosotras, las mismas que suspiramos en el cine por Matthew      McConaughey, Brad Pitt o Johnny Depp, que en realidad el que nos iba a gustar de verdad es ese chico corriente que sustituye las sesiones de fitness por la caña afterwork, los caros trajes de firma por un look desaliñado y que en cuestiones de amor sufre los mismos problemas que nosotras (o al menos es lo que pretende transmitir). Pero, ¿por qué preferimos al vecino de al lado por encima del cachas surfero?
Atributos como la inteligencia o el sentido del humor aparte, si nos centramos en el plano estrictamente estético cada vez es más frecuente ver en el cine o en la televisión un perfil de hombre "normal": véase el ejemplo de Cómo conocí a vuestra madre. Precisamente de esta serie de televisión procede el actor Jason Segel, un chico nada despampanante que va camino de convertirse en el nuevo rey de la comedia romántica (acaba de estrenar Eternamente comprometidos junto a Emily Blunt) y que fuera de la pantalla conquista a su novia Michelle Williams. Una historia similar es la de John Krasinski, orgulloso marido de Emily Blunt y al que tu amiga definiría con un simple “majete”.
¿Por qué pasear por Manhattan con el "majete" pudiendo ir de la mano del guaperas de la peli de acción? La clave parece estar en lo que definimos como "tener rollo": "Suelen estar más cerca del hipster neoyorquino que de la estrella en su mansión de Hollywood. Hay que tener en cuenta que muchos de ellos son también escritores y creadores: Michael Cera tiene una novela publicada, Jason Segel es guionista, John Krasinski ha dirigido la adaptación de un libro de David Foster Wallace… Saber que en su vida real son personas creativas es también parte de su atractivo", nos cuenta Noel Ceballos, crítico de la revista Fotogramas.
Un tipo de personaje que aún no se ha demostrado que funcione en los resultados de taquilla. "La identificación con el público masculino suele ser mayor con un protagonista real, porque todo gran héroe de acción tiene dos elementos: uno que te hace desear ser como él y otro que te recuerda que, en el fondo, te pareces a él. Indiana Jones es un gran ejemplo: hace cosas increíbles y es un as con las mujeres, pero le dan miedo las serpientes y su papá le da una bofetada cuando mete la pata. En cambio, iconos como James Bond o el Schwarzenegger de hace un par de décadas funcionan a otros niveles: es puro escapismo que, al no lograr esa identificación con el espectador, la suplen con una suerte de sublimación de sus fantasías".

Pero este perfil de hombre va más allá del prototipo de chico sensible que empatiza con las mujeres. Las grandes producciones de Hollywood también quieren al vecino de al lado para convertirlo en superhéroe. Éste es el caso de Andrew Garfield, capaz de cambiar de registro como de chaqueta. Pasó de ser el socio al que da esquinazo Mark Zuckerberg en la Red Social (Jesse Eisenberg también está en nuestra lista de vecinos de al lado) a saltar por los tejados en la nueva de Spider-Man sin tener que pasar apenas por el gimnasio. Y todo ello con romance de por medio con Emma Stone, el tipo de chica que a ellos les vuelve locos y que ellas adoran. Así que mérito no le falta.
El triunfo del empollón
"Creo que el triunfo del nerd en la cultura pop actual tiene muchísimo que ver", añade Noel Ceballos. "Ha habido un relevo generacional y ahora no nos interesa el capitán del equipo, sino el chico tímido con gafas. De nuevo, Spider-Man se adelantó a esa tendencia: es uno de los superhéroes que mejor funcionan porque es, básicamente, una versión idealizada de su lector objetivo. Nuestra cultura ha descubierto que el nerd puede ser más sexy y, sobre todo, más interesante que el cachas. Hay un momento en The Amazing Spider-Man en el que vemos que Andrew Garfield (elnerd con mejor peinado de la historia) escribe fórmulas matemáticas en sus monopatines. Es el mejor ejemplo que se me ocurre de nerd chic, de convertir al empollón en epítome de lo cool".
Precisamente es en la estética del empollón donde se apoya el nuevo modelo masculino. "Las gafas de pasta han regresado para convertirse en un must have. A mediados de la década pasada (2006) se pusieron de moda las Wayfarer o la estética de la serie The Big Bang TheoryYa nos hemos olvidado del latin lover", nos recuerda Jose Luis Díez, editor de moda de la web de GQ y autor del blog Esmoquinroom. Y es que aunque aún nos deslumbre el perfecto torso de David Gandy en el spot de Dolce & Gabbana algo se está cociendo en el mundo de la moda. O al menos es lo que hace presagiar el último desfile masculino de la firma italiana: "No hubo ni un modelo profesional sobre la pasarela, solo vimos a oriundos de Sicilia".
Y aunque si pensamos en modelos lo primero que nos viene a la mente son guaperas de tupé como Jon Kortajarena, en la industria de la moda están aflorando otros rostros mucho menos convencionales como los tops Benjamin Dukhan, Sebastian Sauve o Aaron Vernon. ¿Atractivos? Sí, pero no perfectos.

domingo, 2 de septiembre de 2012

TEXTO PERIODÍSTICO. "La ocupación del lenguaje". VV.AA.

Eva Vázquez ("El País")


 En "El País":

La ocupación del lenguaje

La derecha no solo disfruta de un poder político y económico indiscutible sino que también busca la hegemonía cultural. Para hacerlo, procura desacreditar el progresismo valiéndose muchas veces de su discurso

 /  /  1 SEP 2012 
Actualmente la derecha acapara un inmenso poder político y económico. Pero además de imponer en toda su radicalidad el modelo neoliberal, trata de operar un cambio de mentalidades que lo normalice y con ello ejercer la hegemonía cultural mediante el control de las representaciones colectivas. Este proyecto se sustenta en una campaña sistemática de autolegitimación y descrédito de los argumentos progresistas, en coordinación con la derecha mediática mayoritaria, cuyas estrategias discursivas fundamentales son:
La creación y propagación de conceptos.Propias o prestadas, las nuevas nociones trazan un mapa de la vida pública, sus actores y sus conflictos: competitividad, moderación salarial, dar confianza a los mercados, privilegios (para denominar derechos), copago. Se exponen como verdades incuestionables pero su sentido y alcance nunca se explicitan, pues parecen lograr mayor eficacia práctico-política cuanto menor es su precisión semántica. Por ejemplo, “libertad” asume un significado muy cercano a “seguridad”. El eslogan de la BESCAM en Madrid lo ejemplifica: “Invertir en seguridad garantiza tu libertad”. Como en la “neolengua” de Orwell, las nuevas nociones son a menudo “negroblancos”, inversiones del significado común de los vocablos. El “Plan de Garantía de los Servicios Sociales Básicos” es el programa de recortes del gobierno de Castilla-La Mancha. El “proceso de regularización de activos ocultos” de Montoro es una amnistía fiscal.
Klemperer narra que la población alemana no hizo suyo el lenguaje de los nazis a través de sus tediosas peroratas, sino por medio de expresiones repetidas de modo acrítico en los contextos de la vida cotidiana. Las palabras de los actuales líderes de la derecha no son menos letárgicas. Sus muletillas (“no se puede gastar lo que no se tiene”; la sanidad “gratuita” es insostenible; solo nosotros tenemos “sentido común”) contrarían cualquier prueba de verdad o validez normativa: el capitalismo financiero se basa en el crédito, o sea, en “gastar más de lo que se tiene”; la sanidad pública no es gratuita, sino financiada colectivamente; y es una inversión ideológica y un dislate suponer que cabe sentido común en el hecho de reclamarlo como propio y exclusivo, es decir, como no común. Pero por su simpleza, su fuerte arraigo en la doxa y su apariencia no ideológica, tales expresiones consiguen adhesión.
La usurpación de la terminología del oponente. Nadie es dueño del lenguaje, pero las expresiones se adscriben legítimamente a tradiciones, relatos e identidades políticas determinadas. Al usurpar los términos de la izquierda, la derecha neutraliza y a la vez rentabiliza su sentido contestatario. Esperanza Aguirre afirma que las políticas de los sindicatos “son anticuadas, reaccionarias y antisociales”. Palabras como “cambio” o “reformas”, antes vinculadas a proyectos progresistas, disfrazan ahora contrarreformas. Rajoy dijo en la conmemoración oficial de la Constitución de 1812: “Los gaditanos nos enseñaron que en tiempo de crisis no solo hay que hacer reformas, sino que también hay que tener valentía para hacerlas”. Sustentándose en la reputación de espacios y tiempos institucionales, los actuales recortes se invisten del valor simbólico de reformas históricas.
Los actuales recortes se presentan subrayando su valor simbólico de reformas históricas
La estigmatización de determinados colectivos. Médicos, enseñantes, funcionarios, estudiantes y trabajadores fijos son descalificados. Al disfrutar de supuestos “privilegios”, parecen co-responsables de la situación actual. Desprestigiándolos se puede activar un malestar social basado en el rencor, la envidia y el miedo, y socavar la reputación de lo público para justificar su liquidación. Se alude a los desempleados como beneficiarios de la reforma laboral, pero se les supone holgazanes que deben redimir su inutilidad con labores sociales. Un empresario farmacéutico, Grifols, propone como solución donar sangre: “En épocas de crisis, si pudiéramos tener centros de plasma podríamos pagar 60 euros por semana, que sumados al paro son una forma de vivir”. El parado se convierte así en un desecho cuyo cuerpo puede ser mercantilizado. El siguiente paso podría ser la venta de órganos o de los hijos a los que no se pueda mantener. Los primeros ajustes en la sanidad pública penalizan a un nuevo apestado, el enfermo, lo señalan como causante del déficit, y exigen que (re)pague por su debilidad. Si la estigmatización es el paso previo a la expulsión, como ya ocurre con los sin papeles, otros muchos colectivos podrán ser excluidos.
Un método de argumentación basado en la simpleza y la comprensión inmediata. De nuevo, el “sentido común”, ritornellofavorito de Rajoy, sustenta este procedimiento. Formas de razonamiento y esquemas mentales al alcance de todos hacen posible que las ideas y soluciones impuestas sean aceptadas como conclusiones propias, expresiones de un pragmatismo irrefutable y del interés colectivo. Se apela así a espacios imaginarios de consenso de los que el oponente no puede autoexcluirse: “No es una cuestión de izquierdas o de derechas, sino de sentido común”, afirma Alicia Sánchez-Camacho.
El eufemismo, la atenuación y la exageración, el defender premisas contradictorias, se han normalizado en el repertorio retórico derechista: Rajoy afirma que hará “cualquier cosa que sea necesaria, aunque no me guste y aunque haya dicho que no la iba a hacer”. La reducción de profesores interinos “no se puede plantear en términos de despidos —alega el ministro Wert—, sino de no renovación de contratos”. Beteta generaliza burdamente: los funcionarios “deben olvidarse de tomar el cafelito, deben olvidarse de leer el periódico”.
La construcción de marcos de sentido. La acción del gobierno de Zapatero era tachada de improvisada, mendaz e insensata. Establecido ese marco, cualquier medida gubernamental corroboraba la imputación general y así se lograba una incontrovertibilidad que desconocen las fórmulas dialogantes. En el espacio público se tiene más poder cuando se controla el marco de lo decible y discutible. La derecha es magistral utilizando esta estrategia, pero tras una prolongada degeneración de la vida pública, de la que el PSOE es corresponsable, se ha consolidado una visión consensual indistinta de la lógica del sistema: no hay más que una realidad y ninguna opción para interpretarla.
El parado puede llegar a convertirse en un desecho cuyo cuerpo puede ser mercantilizado
Una táctica de “orquestación”. La reiteración machacona de una consigna (y no de un argumento, como sugiere la equívoca noción de “argumentario”) a varias voces, en momentos y lugares distintos, es habitual: “los interinos han entrado a dedo”, “los sindicatos viven de las subvenciones”, “los profesores trabajan poco”, etcétera. “Lo que digo tres veces es verdad”, afirmaba el Bellman de Lewis Carroll. La derecha saca partido de esa “performatividad” que rige la economía de los enunciados públicos: cuando un comportamiento es reiteradamente reputado de normal, se tiende a normalizarlo; o a estigmatizarlo, si se le ha tildado repetidamente de anómalo.
La fijación de estos mecanismos gracias al poder amplificador de los media. Los medios funcionan como laboratorios discursivos que difunden las nuevas expresiones y consignas, y los asesores preparan declaraciones inmediatamente traducibles a un titular. Inversamente proporcional al impacto de estos mensajes resulta la capacidad de contestarlos: los análisis críticos se disuelven en un aluvión de artículos, columnas y editoriales que logran una difusión e influencia mucho menor.
La moralización del discurso público. La política contemporánea se desvía hacia un registro moral, explica Rancière. Pero el moralismo de la derecha desconoce las razones del otro: bueno o malo, normal o aberrante, son calificativos atribuidos de modo categórico y sin margen de discusión, apropiándose la universalidad de la noción en disputa, como señala Zizek. Las “personas normales, sensatas…, españoles de bien” a que apela Rajoy son indudablemente de derechas. Cuando encubre su integrismo moral la derecha incurre en la paradoja política: Ruiz Gallardón pretende asumir la defensa de los derechos de las mujeres y la lucha contra la “violencia estructural” que padecen con una contrarreforma de la ley de aborto limitadora de derechos y que refuerza la violencia legal.
Muchos ciudadanos nos sentimos justamente indignados por lo “descarado” de estos procedimientos. Y quizá sea en esa desfachatez, pérdida del rostro, donde podría cifrarse tanto su fragilidad como la inquietante capacidad de contagio de sus postulados.
Gonzalo Abril (UCM), Mª José Sánchez Leyva (URJC) y Rafael R. Tranche (UCM).