jueves, 29 de octubre de 2009

LÍRICA ANTERIOR AL 39



Para preparar el tema, debéis ir a las siguientes páginas del libro de texto:

MODERNISMO: páginas 250 (características del Parnasianismo, rasgos del Simbolismo), 252 (segundo párrafo; del epígrafe "Características", 1ª, 2ª, 3ª, 6ª), 254 (completa), 260 (los cuatro primeros párrafos), 262 (completa, salvo el primer párrafo).

GENERACIÓN DEL 98: páginas 272 (primer párrafo; dentro del epígrafe "Características", desde la 4ª a la 7ª), 274 (completa, salvo la biografía de Machado), 276 (completa), 277 (epígrafe Nuevas canciones).

VANGUARDIAS: páginas 300 (primer párrafo; primer párrafo del epígrafe "Dimensión social"), 306 (1º, 2º y tercer párrafos), 308 (primer párrafo; dentro del epígrafe "Características", la 2ª y la 3ª; dentro del epígrafe "Ultraísmo", el primer párrafo), 310 (primer párrafo).

GENERACIÓN DEL 27: páginas 322 (del primer al cuarto párrafo; todo el epígrafe "Características"), 323 (completa, excepto "Textos y actividades").

RESULTA EVIDENTE QUE DEBÉIS CAPTAR LAS IDEAS ESENCIALES, PARA REDACTARLAS CON CLARIDAD, BREVEDAD Y PRECISIÓN EN EL EXAMEN.

miércoles, 28 de octubre de 2009

"LOS GIRASOLES CIEGOS". Texto para comentar. Primer relato



Del relato que abre el volumen (Primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejaría de latir), proponemos los siguientes fragmentos para las tres primeras cuestiones de selectividad (Resumen, Tema y Organización de ideas, Comentario crítico del contenido):

1.
   Sabiendo lo que ahora sabemos de Carlos Alegría, podemos afirmar que durante el tránsito entre las dos trincheras sólo escuchó el alboroto de su pánico. Todos los ruidos, todas las explosiones, todos los gritos, fueron absorbidos por el silencio de la noche. Madrid estaba al fondo como un escenario, salpicando la tibieza del aire con los perfiles de una ciudad apagada que la luna dibujaba a su pesar. Madrid se agazapaba.
   Así comenzó la derrota del capitán Alegría. Durante tres largos años había observado a ese enemigo desarrapado y paisano, resignado a que otro ejército, el suyo, anonadara esa ciudad inmóvil, silenciosa, que había trazado sus límites al azar, tras unas trincheras desde las que hacía tiempo nadie esperaba un ataque.
   "La violencia y el dolor, la rabia y la debilidad, se amalgaman con el tiempo en una religión de supervivencias, en un ritual de esperas donde entonan la misma salmodia el que mata y el que muere, la víctima y su verdugo; ya sólo se habla la lengua de la espada o el idioma de la herida", escribió Alegría a su profesor de Derecho Natural en Salamanca dos meses antes de rendirse al enemigo.
                                  (Pág. 14)


2.
   La primera vez que el capitán Alegría estuvo cerca del riesgo fue, precisamente, el día que comienza esta historia. Su decisión no fue la de unirse al enemigo sino rendirse, entregarse prisionero. Un desertor es un enemigo que ha dejado de serlo; un rendido es un enemigo derrotado, pero sigue siendo un enemigo. Alegría insistió varias veces sobre ello cuando fue acusado de traición. Pero eso ocurrió más tarde.
   En una confidencia inoportuna que días más tarde utilizaría el fiscal militar para pedir su muerte con ignominia, Alegría confesó a un suboficial intachable que los defensores de la República hubieran humillado más al ejército de Franco rindiéndose el primer día de la guerra que resistiendo tenazmente, porque cada muerto de esa guerra, fuera del bando que fuera, había servido sólo para glorificar al que mataba. Sin muertos, dijo, no habría gloria, y sin gloria sólo habría derrotados.
   Aunque se unió al ejército sublevado en julio de 1936, al principio estuvo bajo la indecisión de sus mandos, que no veían en aquel alférez provisional las cualidades de un guerrero y que destinaron finalmente a Intendencia, donde su rectitud y su formación serían más útiles que en el campo de batalla. Sin embargo, sabemos por los comentarios a sus compañeros de armas que un cansancio sumergido y el pasar de los muertos le transformó, según sus propias palabras, en un vivo rutinario. Aun así, a finales de 1938, fue ascendido al grado de capitán para premiar su celo.
   Soy un rendido.
                             (Páginas 15-16)

martes, 27 de octubre de 2009

COLUMNA PERIODÍSTICA. "Delirios", de Rosa Montero



En "El País":

DELIRIOS

Hace unos días cené con una persona inteligente y encantadora que está haciendo un doctorado en una universidad francesa. Hablamos, cómo no, de la maldita gripe A, y dijo creer en las teorías de la eliminación, es decir, en que detrás de la pandemia está el siniestro propósito de reducir la población mundial de manera drástica. Y como prueba de ello citó a una ex ministra de Sanidad finlandesa, Rauni Kilde, que asegura tal cosa en un vídeo.
Kilde (que, en efecto, sostiene que el plan es liquidar a dos tercios de la humanidad) ha sido aupada en los últimos días al estrellato por esa caja de resonancia de necedades que puede ser Internet. Basta con ver su vídeo para darte cuenta de que es el discurso de alguien mentalmente trastornado. Y basta con documentarte un poco para saber que fue ministra en los setenta y que en 1986 sufrió un accidente de coche que acabó con su carrera. Desde entonces se ha hecho célebre por hablar con los marcianos; ha publicado varios libros sobre sus contactos con los alienígenas y asegura que los norteamericanos nos están metiendo unos chips en el cerebro para controlarnos. O sea, unas chifladuras paranoicas de manual. Pero, por desgracia, hay un montón de gente dispuesta a tragarse estas megalómanas intrigas de nebulosos malos que parecen sacadas de James Bond. Tenemos tal hambruna de certezas que nos encantan las teorías conspirativas, porque a fin de cuentas las conspiraciones le dan un sentido y un orden al mundo: consuela más pensar que las cosas tienen un porqué, aunque sea perverso, que sabernos regidos por la cruel indiferencia del caos.
Pero, ¿qué distingue esta irracionalidad de, por ejemplo, las histerias colectivas que condujeron a la quema de brujas? Que alguien educado crea en estos delirios es mucho más aterrador que la gripe A.

CUESTIONES:
1. Resumen.
2. Tema y organización de ideas.
3. Comentario crítico del contenido.

lunes, 26 de octubre de 2009

LECTURA. "Historia de un buen brahmín", relato de Voltaire



1. Lee el siguiente relato. ¿Qué similitudes encuentras con alguna(s) de las ideas de Unamuno en San Manuel Bueno, mártir?

2. ¿Qué opinas sobre lo dicho por Voltaire?

3. Localiza en la novela algunos fragmentos relacionados con la idea central de este relato.

HISTORIA DE UN BUEN BRAHMÍN


En el curso de mis viajes tropecé con un viejo brahmín, hombre de muy buen juicio, lleno de ingenio y muy sabio; además, era rico, y por lo tanto su juicio era aún mejor; pues, al no carecer de nada, no tenía necesidad de engañar a nadie. Su familia estaba muy bien gobernada por tres hermosas mujeres que se esforzaban por complacerlo; y, cuando no se distraía con mujeres, se ocupaba de filosofar.
Cerca de su casa, que era bella, bien adornada y rodeada de jardines encantadores, vivía una vieja india beata, imbécil y bastante pobre.
Cierto día el brahmín me dijo:
-Quisiera no haber nacido.
Le pregunté por qué. Me respondió:
"Hace cuarenta años que estudio, y son cuarenta años perdidos; enseño a los demás y yo lo ignoro todo: esta situación hace que mi alma se sienta tan humillada y asqueada que la vida me resulta insoportable. He nacido, vivo en el tiempo y no sé lo que es el tiempo; me encuentro en un punto entre dos eternidades, como dicen nuestros sabios, y no tengo ni la menor idea de la eternidad. Estoy compuesto de materia; pienso, y jamás he podido llegar a saber lo que produce el pensamiento; ignoro si mi entendimiento es en mí una simple facultad, como la de andar o la de digerir, y si pienso con mi cabeza como cojo las cosas con mis manos. No solamente me es desconocido el principio de mi pensamiento, sino que incluso el principio de mis movimientos me es igualmente ignorado: no sé por qué existo. Sin embargo, todos los días me hacen preguntas acerca de todos esos mundos; y hay que responderlas; no tengo nada interesante que decir; hablo mucho, y, después de haber hablado, me quedo confuso y avergonzado de mí mismo.
Lo peor es cuando me preguntan si Brahma fue producido por Visnú o si los dos son eternos. Dios es testigo de que no sé ni una palabra de todo eso, y bien que se ve por mis respuestas. '¡Ah, reverendo padre! (me dicen), explícanos cómo el mal inunda toda la tierra.' Mi ignorancia es igual a la de los que me formulan esta pregunta; a veces les digo que en el mundo todo va del mejor modo posible; pero los que se han arruinado o han sido mutilados en la guerra no me creen, y yo tampoco me lo creo; me retiro a mi casa, abrumado por mi curiosidad y mi ignorancia. Leo nuestros antiguos libros y ellos espesan todavía más mis tinieblas. Hablo con mis compañeros: los unos me responden que hay que gozar de la vida y burlarse de los hombres; los otros creen saber algo y se pierden en ideas extravagantes; todo aumenta el sentimiento doloroso que experimento. A veces estoy a punto de caer en la desesperación cuando pienso que, después de tanto estudiar, no sé ni de dónde vengo, ni lo que soy, ni adónde iré, ni lo que será de mí."
El estado de este buen hombre me causó verdadera pena: nadie era más razonable ni más sincero que él. Comprendí que, cuantos más conocimientos tenía en su cabeza y más sensibilidad en su corazón, más desgraciado era.
Aquel mismo día vi a la vieja que vivía cerca de su casa; le pregunté si alguna vez se había sentido afligida por no saber cómo estaba hecha su alma. Ella ni siquiera comprendió mi pregunta: en toda su vida nunca había reflexionado ni un momento acerca de una sola de las cuestiones que torturaban al brahmín; creía con toda su alma en las metamorfosis de Visnú, y con tal de poder tener de vez en cuando agua del Ganges para lavarse, se consideraba la más feliz de las mujeres.
Impresionado por la dicha de aquella pobre mujer, volví a visitar a mi filósofo y le dije:
-¿No le avergüenza ser desgraciado cuando a su puerta hay una vieja autómata que no piensa en nada y que vive contenta.
-Tiene usted razón -me respondió-; cien veces me tengo dicho que yo sería feliz si fuese tan necio como mi vecina; sin embargo, no quisiera semejante felicidad.
Esta respuesta de mi brahmín me produjo mayor impresión que todo lo demás; me examiné a mí mismo y vi que, en efecto, no quisiera ser feliz a condición de ser imbécil.
Propuse el dilema a unos filósofos, que fueron de mi misma opinión.
Y no obstante -decía yo-, hay una escandalosa contradicción en esta manera de pensar; porque, al fin y al cabo, ¿de qué se trata? De ser feliz. ¿Qué importa tener talento o ser necio? Todavía hay más: los que están satisfechos de cómo son están muy seguros de estar satisfechos; los que razonan no están tan seguros de razonar bien. Está, pues, bien claro -decía yo- que habría que aspirar a no tener sentido común, por poco que este sentido común contribuya a nuestra infelicidad. Todo el mundo fue de mi parecer, y sin embargo no encontré a nadie que quisiera aceptar el trato de convertirse en imbécil para vivir contento. De lo cual deduje que, aunque apreciamos mucho la felicidad, aún apreciamos más la razón.
Pero, después de haber reflexionado sobre el asunto, me parece que preferir la razón a la felicidad es ser muy insensato. ¿Cómo, pues, puede explicarse esta contradicción? Como todas las demás. Hay aquí materia para hablar muchísimo.

jueves, 22 de octubre de 2009

COLUMNA: "Katyn sin Auschwitz", por Lluís Bassets



Hoy, en "El País", esta columna, firmada por Lluís Bassets:

KATYN SIN AUSCHWITZ

Uno a uno, con un tiro en la nuca. Así hasta 21.857. La flor y nata de la oficialidad polaca, pero también millares de profesionales de toda condición. La élite de un país que no quería conformarse a su desaparición y al reparto de sus despojos entre Alemania y la Unión Soviética, las dos grandes potencias que lo habían ocupado en septiembre de 1939. Sucedió en la primavera de 1940, en los mismos días en que las cárceles y cuarteles de la España franquista se habían convertido también en un matadero de hombres, ejecutados también por razones políticas aunque de significado contrario.
El exterminio se realizó a propuesta de Beria, en carta dirigida a Stalin, fechada el 5 de marzo de 1940, y clasificada como ultrasecreta. El escrito ordena a la NKVD (la policía de Estado soviética) que juzgue en tribunales especiales, sin comparecencia de los detenidos y sin acta de acusación, mediante la mera producción de certificados de culpabilidad y que "se les aplique el castigo supremo: la pena de muerte por fusilamiento".
Meses más tarde, el 22 de junio de 1941, Hitler invadió la Unión Soviética. De los más de 22.000 polacos detenidos por los soviéticos 448 se salvaron del exterminio, fueron amnistiados y se integraron en el ejército polaco en el exilio al mando del general Anders. Los soviéticos y el propio Stalin se hicieron los locos respecto al ejército polaco aparentemente esfumado, hasta que los alemanes dieron la primera noticia del crimen cuando llegaron a Smolensko y descubrieron unas fosas comunes en el bosque de Katyn.
Tres fueron los campos de ejecución, pero sólo en Katyn, donde se asesinó al aire libre al pie de las fosas, quedaron evidencias suficientes de la matanza. Goebbels convirtió el descubrimiento en un arma propagandística, que le permitió neutralizar las noticias que empezaban a llegar sobre los campos de exterminio nazis. La reacción soviética fue salvaje: reconocer Katyn como el crimen soviético que era se convirtió en signo de colaboración con el nazismo. Los aliados actuaron sumisamente ante el dictador soviético: tanto el Roosevelt admirado por Obama y los progresistas como el Churchill adorado por Aznar y los neocons se sumaron al negacionismo de Katyn para complacer a su aliado.
En España, en cambio, se supo la verdad en seguida; verdad de un lado sin la verdad todavía más terrible del otro: a los españoles de los años 50 y 60 se les contaba una historia de Europa en la que estaba Katyn pero no Auschwitz. Lo contrario de lo que les sucedía a los otros europeos y americanos, que sabían de Auschwitz sin Katyn. En la historia soviética era peor: ni Auschwitz ni Katyn, todo confundido en la Gran Guerra Patria contra el nazismo con un solo héroe llamado Stalin; ni eran judías las víctimas de los campos, ni eran soviéticos los verdugos de Katyn.
La documentación probatoria, con la carta de Beria incluida, fue guardada celosamente en los archivos del PCUS, sin que tuvieran noticia de ella más que los máximos responsables soviéticos. Gorbachov eludió todas las peticiones para su publicación, incluidas la del general Jaruzelski, pero no pudo impedir que la perestroika lanzada por él mismo terminara haciendo luz sobre la matanza. En 1988, finalmente, Moscú admitió la responsabilidad de su policía de Estado en el crimen, aunque la presentación de las disculpas no se produjo hasta octubre de 1990. El día en que cedió el poder a Boris Yeltsin, en diciembre de 1991, le entregó personalmente la carpeta que contenía la carta de Beria a Stalin, con una indicación: "Temo que puedan surgir complicaciones internacionales. Pero eres tú quien tiene que decidir". En 1992, Yeltsin entregó la documentación al tribunal supremo de la Federación Rusa para que la adjuntara al proceso contra el PCUS como organización criminal, así como al presidente polaco Lech Walesa.
Se conoce casi todo de Katyn. Los nombres de los ejecutores y los responsables, los móviles del crimen y los documentos probatorios. Nadie ha sido acusado y ni siquiera interrogado en Rusia acerca de todo ello. Andrzej Wajda hizo hace dos años un filme estremecedor, que ahora se ha estrenado en España. Pero en la Rusia de Putin, la niebla cubre de nuevo la memoria del estalinismo. No es extraña la inquietud actual de los polacos.
Katyn tiene la misma edad que los hechos de similar crueldad cometidos por unos españoles contra otros españoles. Pero nuestro Tribunal Supremo ha querido procesar a Baltasar Garzón, el juez que quiere saberlo todo sobre aquellos crímenes. Es Katyn sin Buchenwald, Mauthausen y Auschwitz, todavía.
(Fuentes: La matanza de Katyn, de Victor Zaslavsky y A puerta cerrada. Historia oculta de la Segunda Guerra Mundial, de Laurence Rees, también resumido en el artículo Katyn de la revista Claves de Razón Práctica, nº 191).

Ahora, el tráiler de la película, doblado al español:




También, un vídeo con fotografías y texto en inglés:



En esta página podemos encontrar más información: http://www.artehistoria.jcyl.es/batallas/contextos/4276.htm

LA NARRACIÓN. Características



LA NARRACIÓN



1. CONCEPTO DE NARRACIÓN.


Hablar de “narración” no es referirse exclusivamente a una técnica literaria, componente fundamental de novelas, cuentos, relatos folclóricos, etc. Efectivamente, cuando hablamos de “narración”, podemos estar refiriéndonos asimismo a una forma del lenguaje común que, habitualmente, todos los hablantes emplean, sin ninguna intención artística. Porque, en definitiva, narrar no es más que una actividad lingüística que consiste en contar algo como respuesta a preguntas (formuladas o no) del tipo: ¿cómo fue?, ¿de qué se trata?, ¿qué ha pasado?, etc.


Así pues, en toda narración encontramos, contada por alguien, una acción más o menos compleja a lo largo de un tiempo narrativo. Dicha acción comprende una serie de actos relacionados entre sí:


UN NARRADOR
cuenta UNA ACCIÓN (compuesta de: acto-acto-acto-acto-...)
durante UN TIEMPO NARRATIVO


Es difícil, sin embargo, encontrarse con textos exclusivamente narrativos. Lo normal es que narración y descripción (junto con el diálogo) aparezcan mezclados, combinándose de acuerdo con las necesidades de la propia obra.


2. ELEMENTOS DE LA NARRACIÓN.


Los textos narrativos presentan siempre unos componentes que, empleados por el autor de acuerdo con sus necesidades e intenciones comunicativas, dan lugar a una gran variedad de posibilidades creativas.
Veamos ahora los más importantes recursos narrativos:


2.1. EL NARRADOR.
Entre el autor de la obra (persona real, de carne y hueso) y todo lector aparece siempre la figura del narrador: voz informadora cuya misión es contar. La elección de un tipo u otro de narrador va unida a la de la perspectiva desde la cual se va a contar la historia.


La manera de comunicar la historia puede ser variadísima; por lo tanto, existe una gran cantidad de posibilidades narrativas distintas. No obstante, podemos reducirlas a dos grandes bloques:


A) La historia se cuenta desde fuera. El narrador “conoce” la historia, pero no forma parte de ella, sino que se distancia de ella, dando así una sensación de objetivismo, de distanciamiento anímico. Podemos decir que es simplemente un NARRADOR-HISTORIADOR.


B) La historia se narra desde dentro de la propia relación de los acontecimientos. El narrador forma parte de la acción, una acción que se muestra como más cercana al narrador y al lector, y que nos llega a través de la visión subjetiva (generalmente, contada en 1ª persona) del narrador. Es el NARRADOR-ACTOR.


Cada uno de estos tipos presentan fórmulas narradoras distintas:


2.1.1. NARRADOR-HISTORIADOR


a) NARRADOR OMNISCIENTE: es la fórmula más clásica. El narrador, auténtico creador de todo y de todos, cuenta directamente los acontecimientos en 3ª persona.


b) NARRADOR OBSERVADOR EXTERNO: en esta perspectiva, el narrador se limita a referir sólo aquello que puede percibir por los sentidos, sin penetrar en los pensamientos de sus personajes. Su concepción de mero observador le lleva también a no salirse en ningún momento del orden lógico y cronológico de los acontecimientos.


c) NARRADOR-EDITOR: esta técnica es un truco objetivador que el autor pone en marcha para seguir valiéndose del narrador omnisciente. Consiste en crear un personaje intermedio que se nos aparece en el relato como el verdadero creador de la historia, de la que el novelista es un simple lector y transmisor.


2.1.2. NARRADOR INTERNO (ACTOR)


a) NARRADOR PROTAGONISTA: la voz narradora es la del protagonista, que cuenta la historia en forma de memorias (en primera persona y desde el presente, cuenta la historia desde algún momento del pasado), diario (relato en primera persona, y en forma regular y sistemática, de los sucesos que van acaeciendo a un personaje), o, simplemente, en forma de crónica de alguien que cuenta su vida por algún motivo.


Dentro de este apartado, hay que hablar de una modalidad narrativa de aparición reciente: el “monólogo interior”. Se trata de un “artificio narrativo para introducir directamente al lector en la vida interior del personaje (...). El personaje habla en voz alta consigo mismo y deja que su conciencia fluya. El personaje o los personajes exponen sus sentimientos más íntimos, sin organización lógica, tal y como vienen a la mente. A veces los novelistas indican esa confusión de los pensamientos eliminando en la escritura los signos de puntuación y las estructuras gramaticales. El pensar discursivo pierde su sentido lógico. Resulta un caos, el caos que hay en la conciencia del personaje”. (MARTÍN DUQUE-FERNÁNDEZ CUESTA).


Otra forma bajo la que puede manifestarse el narrador protagonista es la técnica epistolar: la historia aparece presentada bajo una serie de cartas; la voz del autor narrador deja de oírse y, en su lugar, quedan las de los corresponsales.


Por último, hay que hacer mención de la técnica dialogada. Consiste en el aprovechamiento de la técnica dramática por el narrador: el autor desaparece y quedan los personajes dialogando. La voz del autor narrador se oye de vez en cuando en un papel semejante al de las acotaciones del dramaturgo.


b) NARRADOR PERSONAJE SECUNDARIO: la relación de los acontecimientos está puesta en boca de un personaje que ha asistido a los hechos, pero que no ha sido protagonista fundamental de los mismos. La narración, entonces, suele aparecer también en primera persona del singular, aunque puede alternar libremente con la primera del plural y con la tercera del singular. Se pretende conseguir así un cierto aire de objetividad, pero sin que se pierda nunca la carga de subjetividad del narrador-actor.


2.2. OTROS COMPONENTES.


2.2.1. Estructura: la forma en que los diversos sucesos de la acción están ordenados y organizados constituyen la composición o estructura del relato.Si éstos están ordenados de acuerdo con un criterio cronológico y causal (las causas antes que los efectos, y los sucesos primeros antes que los segundos, y éstos, a su vez, antes que los terceros, etc.), hablamos de composición lógica. Si se ordenan de manera que violen la secuencia cronológica y causal (empezando por el final, o por el medio, o en forma zigzagueante, retrocediendo después de haber avanzado, etc.), hablamos de composición libre o artística.


En la estructura del relato clásico se suelen diferenciar tres partes:


a) Exposición: presentación de la situación y de los personajes fundamentales, antes de que comience el conflicto.


b) Nudo o desarrollo: relato de la acción en línea ascendente de interés, hasta llegar al punto culminante, en que queda planteada una situación problemática a modo de interrogante.


c) Desenlace: solución de la situación problemática y final de la obra.


Si la narración es extensa (una novela, por ejemplo), ésta suele estar organizada en capítulos. El capítulo es una unidad de lectura, que puede desmembrarse en unidades más pequeñas, las secuencias. En una secuencia coinciden los tres componentes básicos narrativos: personaje, espacio y tiempo. O sea: lo que hacen unos personajes, situados en un espacio, durante un tiempo determinado, constituye una secuencia. El final de una secuencia lo marca la variación de uno de sus componentes.


2.2.2. Personajes. En una narración puede intervenir un número variable de personajes o caracteres. Los personajes de participación más destacada son los “protagonistas”. Luego siguen personajes de segunda, tercera, etc. importancia.


Al proceso de crear los personajes, especialmente su modo de ser, se le llama caracterización. Existen diversos procedimientos o técnicas de caracterización. Hablamos de caracterización directa cuando el autor mismo nos informa sobre el modo de ser del personaje; y de caracterización indirecta cuando el autor se abstiene de informarnos directamente y deja que la personalidad del personaje se vaya desenvolviendo ante los ojos del lector por lo que dice, lo que hace, lo que los demás piensan de él. Hay personajes estáticos y personajes dinámicos o evolutivos, personajes planos (siempre iguales a sí mismos) y redondos (difíciles de definir, contradictorios a veces, complejos). De acuerdo con el mayor o menor grado de individualidad y vida propia que poseen los personajes, se dividen en caracteres (con individualidad y vida propia inconfundibles) y tipos (los que, más que seres individuales, representan un grupo o clase).


2.2.3. Ambiente o marco escénico. El lugar y la época en que se desarrolla la acción constituye el ambiente. Es, pues, el ámbito espacio-temporal del relato.


El ámbito espacial puede variar considerablemente en extensión. Generalmente, en el relato de acción y aventuras es extenso; en cambio, en el relato psicológico se reduce considerablemente, en favor del ámbito temporal, que adquiere más importancia.


Los espacios pueden ser de muchas clases: interiores, exteriores, imaginarios, realistas, subjetivos, mágicos, etc. Hay dos formas básicas de trazarlos y de tratarlos:


--creación de marcos espaciales con la pretensión de producir en el lector una sensación de realidad (realismo, naturalismo, etc.).


--Plasmación del espacio tal como es visto por la subjetividad del personaje, en función de su situación afectiva y personal (espacio subjetivo o romántico).


En lo que al factor tiempo respecta, hay que distinguir varios aspectos. En primer lugar, el tiempo cronológico de la acción, la época. Todas las épocas, incluso el futuro, sirven de marco temporal para una acción.


En segundo lugar, tiempo novelesco: es la duración temporal de la anécdota que se cuenta. Ésta puede abarcar varias generaciones, o, simplemente, limitarse a un día e, incluso, a unos minutos.


No todo el tiempo de la acción es narrado de igual manera. Hay momentos en que el autor lo presenta con todo detenimiento, con todo lujo de detalles. Decimos entonces que el ritmo o “tempo narrativo” es lento, y suele corresponderse lingüísticamente con la frase larga y el período subordinado. Otras veces, el autor resume en pocas líneas largos períodos cronológicos: es el “tempo rápido”, cuya expresión lingüística suele ser la frase breve, la coordinación y los verbos de acción.

domingo, 18 de octubre de 2009

TEXTO PERIODÍSTICO. Columna: "La cola", de Manuel Vicent



Hoy, en "El País", esta columna de Manuel Vicent:

LA COLA

Cuatro generaciones ocupan un siglo. Por otra parte se calcula en cien mil millones el número de habitantes humanos que ha pasado ya por este planeta. Imagina que ese gentío está todo en pie agolpado a nuestra espalda formando una densa cola y cada generación se halla separada por un metro de distancia. Si uno recorriera esa cola en sentido inverso, como quien pasa revista a la historia, cuatro metros detrás estaría Einstein elaborando la ley de la relatividad; a trece metros podríamos ver a Napoleón en Waterloo; dieciséis metros más allá sería el Renacimiento con Lorenzo de Médicis, Leonardo da Vinci y Galileo; a ochenta metros podríamos ver a Jesús de Nazaret en el Gólgota; a cien metros aparecería Sócrates dentro de una sábana en el ágora; muy cerca estaría Buda bajo la higuera y un poco más allá de los griegos nos harían señales con la mano algunos faraones. Luego vendría un gran espacio muerto, tierra de nadie y habría que empezar a contar no en siglos, sino en millones de años. Tendríamos que recorrer cuatrocientos metros hacia atrás para llegar al Neolítico. Después la cola se perdería en el horizonte y a cuatro kilómetros descubriríamos al homo sapiens, a veinte kilómetros veríamos a un primate manejando por primera vez el fuego, a treinta y dos kilómetros estaríamos en Atapuerca y a trescientos veinte kilómetros llegaríamos al reino común que compartimos un día con los gorilas y chimpancés. Sobre esa inmensa cola de cien mil millones de seres sólo ha brillado la inteligencia en un ínfimo tramo. El resto fue un abismo antes de que lentamente sobre esa insondable muchedumbre comenzara a clarear la conciencia. Nadie se cuestiona hoy si el hombre de Atapuerca está en el cielo o en el infierno, pero uno se pregunta quién sería el que introdujo en esa cola el sentido de la culpa y el castigo, quién predicó la inmortalidad y comenzó a enterrar a los muertos, quién se coronó con unos cuernos de oro e impuso la ley del más fuerte. Es evidente que en los últimos metros de esa cola unos pocos héroes han conquistado la libertad entre terribles convulsiones, pero el río humano continúa de forma convulsa y uniformemente acelerada hacia lo desconocido. Unos metros más adelante y la humanidad ya estará plantando tomates en otro planeta.

Ya sabes:
1. Resumen.
2. Tema y organización de ideas.
3. Comentario crítico del contenido.
4. Análisis sintáctico de la siguiente oración: Tendríamos que recorrer cuatrocientos metros hacia atrás para llegar al Neolítico.

FEDERICO GARCÍA LORCA. "Romance de la pena negra"



Romance de la pena negra también pertenece al Romancero gitano. Lo reproducimos a continuación:

Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados, sus pechos
gimen canciones redondas.
Soledad: ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache, carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
***
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!


Desde el Palacio de Exposiciones de Madrid, 1998.
Gira 'Lorquiana'.
Espectáculo dirigido por Lluís Pasqual, presentando canciones populares y poemas de Federico García Lorca, contenidos en los dos álbumes 'Lorquiana'. Canta Ana Belén.

FEDERICO GARCÍA LORCA. "La monja gitana"




La monja gitana es uno de los poemas del Romancero gitano, de Federico García Lorca.

Reproducimos el poema y, a continuación, vemos dos vídeos en los que podemos escucharlo con música.

Silencio de cal y mirto.
Malvas en las hierbas finas.
La monja borda alhelíes
sobre una tela pajiza.
Vuelan en la araña gris
siete pájaros del prisma.
La iglesia gruñe a lo lejos
como un oso panza arriba.
¡Qué bien borda! ¡Con qué gracia!
Sobre la tela pajiza,
ella quisiera bordar
flores de su fantasía.
¡Qué girasol! ¡Qué magnolia
de lentejuelas y cintas!
¡Qué azafranes y qué lunas,
en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzan
en la cercana cocina.
Las cinco llagas de Cristo
cortadas en Almería.
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas.
Un rumor último y sordo
le despega la camisa,
y, al mirar nubes y montes
en las yertas lejanías,
se quiebra su corazón
de azúcar y yerbaluisa.
¡Oh, qué llanura empinada
con veinte soles arriba!
¡Qué ríos puestos de pie
vislumbra su fantasía!
Pero sigue con sus flores,
mientras que de pie, en la brisa,
la luz juega el ajedrez
alto de la celosía.

 
Música: M. Suárez. En vivo: Espectáculo deMujeres, en Sta. Fe, 22 de noviembre de 2008.
 



Ahora, con música de V. Monera:

jueves, 8 de octubre de 2009

LOS GIRASOLES CIEGOS.

Dos vídeos de la película de José Luis Cuerda, basada en el libro del misto título de Alberto Méndez:




jueves, 1 de octubre de 2009

POESÍA. ANTONIO MACHADO. "Campos de Castilla"

(Machado, por Elena Sibaja, alumna de 1º de bachillerato)

ÍNDICE:

1. RETRATO
2. A ORILLAS DEL DUERO
3. POR TIERRAS DE ESPAÑA
4. EL MAÑANA EFÍMERO
5. A UN OLMO SECO
6. Allá, en las tierras altas
7. PARÁBOLAS (I). Era un niño que soñaba
8. Una noche de verano
9.PROVERBIOS Y CANTARES. XXIX. Caminante...
10.PROVERBIOS Y CANTARES. XXI. Ayer soñé

1.

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo, ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.



2.
A ORILLAS DEL DUERO

Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor —romero, tomillo, salvia, espliego—.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. —Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana—.
Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes de río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos! —carros, jinetes y arrieros—,
cruzar el largo puente, y bajo las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerra
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
El sol va declinando. De la ciudad lejana
me llega un armonioso tañido de campana
—ya irán a su rosario las enlutadas viejas—.
De entre las peñas salen dos lindas comadrejas;
me miran y se alejan, huyendo, y aparecen
de nuevo, ¡tan curiosas!... Los campos se oscurecen.
Hacia el camino blanco está el mesón abierto
al campo ensombrecido y al pedregal desierto.



3.
POR TIERRAS DE ESPAÑA

El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.

Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.

Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.

Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.

Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.

Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.

El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.



4.
EL MAÑANA EFÍMERO

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma quieta,
ha de tener su marmol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.


5.

A UN OLMO SECO

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

6.

Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.



7.
PARÁBOLAS
I
Era un niño que soñaba
un caballo de cartón.
Abrió los ojos el niño
y el caballito no vio.
Con un caballito blanco
el niño volvió a soñar;
y por la crin lo cogía...
¡Ahora no te escaparás!
Apenas lo hubo cogido,
el niño se despertó.
Tenía el puño cerrado.
¡El caballito voló!
Quedóse el niño muy serio
pensando que no es verdad
un caballito soñado.
Y ya no volvió a soñar.
Pero el niño se hizo mozo
y el mozo tuvo un amor,
y a su amada le decía:
¿Tú eres de verdad o no?
Cuando el mozo se hizo viejo
pensaba: Todo es soñar,
el caballito soñado
y el caballo de verdad.
Y cuando vino la muerte,
el viejo a su corazón
preguntaba: ¿Tú eres sueño?
¡Quién sabe si despertó!



8.
Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón,
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!


9.
PROVERBIOS Y CANTARES - XXIX

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.


10.
PROVERBIOS Y CANTARES - XXI

Ayer soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba.

POESÍA. ANTONIO MACHADO. Antología poética de "Soledades, galerías y otros poemas"


ÍNDICE:

1. RECUERDO INFANTIL

2. Hacia un ocaso radiante

3. LAS MOSCAS

4. ¿Y ha de morir contigo el mundo mago

5. Yo voy soñando caminos

6. Fue una clara tarde, triste y soñolienta

7. RENACIMIENTO

8. Las ascuas de un crepúsculo morado

9. Yo escucho los cantos



1.

RECUERDO INFANTIL
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección;
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.



2.

Hacia un ocaso radiante
caminaba el sol de estío,
y era, entre nubes de fuego, una trompeta gigante,
tras de los álamos verdes de las márgenes del río.
Dentro de un olmo sonaba la sempiterna tijera
de la cigarra cantora, el monorritmo jovial,
entre metal y madera,
que es la canción estival.
En una huerta sombría,
giraban los cangilones de la noria soñolienta.
Bajo las ramas oscuras el son del agua se oía.
Era una tarde de julio, luminosa y polvorienta.
Yo iba haciendo mi camino,
absorto en el solitario crepúsculo campesino.
Y pensaba: «¡Hermosa tarde, nota de la lira inmensa
toda desdén y armonía;
hermosa tarde, tú curas la pobre melancolía
de este rincón vanidoso, oscuro rincón que piensa!»
Pasaba el agua rizada bajo los ojos del puente.
Lejos la ciudad dormía,
como cubierta de un mago fanal de oro trasparente.
Bajo los arcos de piedra el agua clara corría.
Los últimos arreboles coronaban las colinas
manchadas de olivos grises y de negruzcas encinas.
Yo caminaba cansado,
sintiendo la vieja angustia que hace el corazón pesado.
El agua en sombra pasaba tan melancólicamente,
bajo los arcos del puente,
como si al pasar dijera:
«Apenas desamarrada
la pobre barca, viajero, del árbol de la ribera,
se canta: no somos nada.
Donde acaba el pobre río la inmensa mar nos espera.»
Bajo los ojos del puente pasaba el agua sombría.
(Yo pensaba: ¡el alma mía!)
Y me detuve un momento,
en la tarde, a meditar...
¿Qué es esta gota en el viento
que grita al mar: soy el mar?
Vibraba el aire asordado
por los élitros cantores que hacen el campo sonoro,
cual si estuviera sembrado
de campanitas de oro.
En el azul fulguraba
un lucero diamantino.
Cálido viento soplaba
alborotando el camino.
Yo, en la tarde polvorienta,
hacia la ciudad volvía.
Sonaban los cangilones de la noria soñolienta.
Bajo las ramas oscuras caer el agua se oía.



3.

LAS MOSCAS
Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
—que todo es volar— sonoras,
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.



4.

¿Y ha de morir contigo el mundo mago
donde guarda el recuerdo
los hálitos más puros de la vida,
la blanca sombra del amor primero,

la voz que fue a tu corazón, la mano
que tú querías retener en sueños,
y todos los amores
que llegaron al alma, al hondo cielo?

¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,
la vieja vida en orden tuyo y nuevo?
¿Los yunques y crisoles de tu alma
trabajan para el polvo y para el viento?



5.

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón”.
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada”.



6.

Fue una clara tarde, triste y soñolienta
tarde de verano. La hiedra asomaba
al muro del parque, negra y polvorienta...
La fuente sonaba.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruido abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse, grave
golpeó el silencio de la tarde muerta.
En el solitario parque, la sonora
copla borbollante del agua cantora
me guió a la fuente. La fuente vertía
sobre el blanco mármol su monotonía.
La fuente cantaba: ¿Te recuerda, hermano,
un sueño lejano mi canto presente?
Fue una tarde lenta del lento verano.
Respondí a la fuente:
No recuerdo, hermana,
mas sé que tu copla presente es lejana.
Fue esta misma tarde: mi cristal vertía
como hoy sobre el mármol su monotonía.
¿Recuerdas, hermano?... Los mirtos talares,
que ves, sombreaban los claros cantares
que escuchas. Del rubio color de la llama,
el fruto maduro pendía en la rama,
lo mismo que ahora. ¿Recuerdas, hermano?...
Fue esta misma lenta tarde de verano.
—No sé qué me dice tu copla riente
de ensueños lejanos, hermana la fuente.
Yo sé que tu claro cristal de alegría
ya supo del árbol la fruta bermeja;
yo sé que es lejana la amargura mía,
que sueña en la tarde de verano vieja.
Yo sé que tus bellos espejos cantores
copiaron antiguos delirios de amores:
mas cuéntame, fuente de lengua encantada,
cuéntame mi alegre leyenda olvidada.
—Yo no sé leyendas de antigua alegría,
sino historias viejas de melancolía.
Fue una clara tarde del lento verano...
Tú venías solo con tu pena, hermano;
tus labios besaron mi linfa serena,
y en la clara tarde dijeron tu pena.
Dijeron tu pena tus labios que ardían;
la sed que ahora tienen, entonces tenían.
—Adiós para siempre la fuente sonora,
del parque dormido eterna cantora.
Adiós para siempre; tu monotonía,
fuente, es más amarga que la pena mía.
Rechinó en la vieja cancela mi llave;
con agrio ruïdo abrióse la puerta
de hierro mohoso y, al cerrarse,
grave sonó en el silencio de la tarde muerta.



7.

RENACIMIENTO
Galerías del alma... ¡El alma niña!
Su clara luz risueña;
y la pequeña historia,
y la alegría de la vida nueva...
¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
Y volver a sentir en nuestra mano
aquel latido de la mano buena
de nuestra madre... Y caminar en sueños
por amor de la mano que nos lleva.
*
En nuestras almas todo
por misteriosa mano se gobierna.
Incomprensibles, mudas,
nada sabemos de las almas nuestras.
Las más hondas palabras
del sabio nos enseñan
lo que el silbar del viento cuando sopla
o el sonar de las aguas cuando ruedan.



8.

Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.



9.

Yo escucho los cantos
de viejas cadencias
que los niños cantan
cuando en corro juegan,
y vierten en coro
sus almas que sueñan,
cual vierten sus aguas
las fuentes de piedra:
con monotonías
de risas eternas
que no son alegres,
con lágrimas viejas
que no son amargas
y dicen tristezas,
tristezas de amores
de antiguas leyendas.
En los labios niños,
las canciones llevan
confusa la historia
y clara la pena;
como clara el agua
lleva su conseja
de viejos amores
que nunca se cuentan.
Jugando a la sombra
de una plaza vieja
los niños cantaban...
La fuente de piedra
vertía su eterno
cristal de leyenda.
Cantaban los niños
canciones ingenuas,
de un algo que pasa
y que nunca llega:
la historia confusa
y clara la pena.
Seguía su cuento
la fuente serena;
borrada la historia,
contaba la pena.