domingo, 15 de noviembre de 2009

NARRATIVA ANTERIOR A 1939



A comienzos de siglo, la novela seguía aún los esquemas del realismo y del naturalismo de la segunda mitad del siglo XIX. La novela realista se concebía como una copia de la realidad: hechos verosímiles, personajes extraídos de la realidad social, lugares reconocibles y minuciosamente descritos. El Naturalismo aporta la concepción determinista de la existencia: el comportamiento del hombre está determinado por su herencia biológica y el medio social en el que vive. Entre los novelistas que continúan la tradición realista destaca Vicente Blasco Ibáñez, cuyas novelas, como La barraca (1898) o Cañas y barro (1902), muy influidas por el Naturalismo, están ambientadas en la huerta valenciana.

Renovación. Grupo del 98

Frente a este tipo de novela, los escritores jóvenes de la época intentarán hacer algo diferente, radicalmente distinto. Hubo dos reacciones:


--La reacción del Modernismo , que pretendía hacer una novela donde predominasen los valores técnicos y formales; es decir, una novela en la que el esteticismo fuese lo prioritario. En esta línea se sitúan los Relatos de Rubén Darío y Femeninas (1895) de Valle-Inclán.
--La reacción del grupo del 98. En 1902 se publican en España cuatro obras significativas: La voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de perfección de Baroja y Sonata de otoño de Valle-Inclán Estos relatos rompen definitivamente con la novela de estilo realista e inician un camino innovador, que culminará en los años y décadas siguientes. Los noventayochistas se sienten profundamente afectados por la crisis de valores de fines del XIX. Creen que la guerra de 1898 y la pérdida de los últimos restos de lo que había sido el imperio español es un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país.

Esta ruptura con la narrativa realista se manifiesta en los siguientes aspectos::
- El subjetivismo o antirrealismo. No se persigue, como en la estética realista, la reproducción exacta de la realidad, sino la expresión de la realidad interior.
- Concepción totalizadora. La novela es un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo... (Azorín habla de ‘novela permeable’).
- Incorporación de innovaciones técnicas: la historia pierde importancia a favor del discurso: perspectivismo, supremacía del diálogo, alteración del tiempo lineal en la narración mediante tres procedimientos (simultaneidad, elipsis, saltos temporales), aparición del personaje colectivo y disminución de la importancia del argumento (y de la acción). Finalmente, el narrador omnisciente va dejando paso a otro tipo de narrador que se diluye y permite que los personajes hablen por sí mismos.


UNAMUNO (1864/1936)
Unamuno cultivó todos los géneros y en todos ellos se aprecian dos grandes ejes temáticos: el problema de España y el sentido de la vida. Se sirvió de la novela para la expresión y reflexión de sus ideas obsesivas sobre la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector. Se escapa así de los postulados tradicionales del género ya que en sus novelas no hay descripción ambiental, no hay autonomía en los personajes y el desarrollo de la acción es mínimo; para estas novelas tan heterodoxas, Unamuno acuñó el término "nivolas".
En 1914 publica Unamuno una de sus mejores novelas: Niebla. Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Algunos críticos interpretan la obra desde el problema de la libertad del personaje frente a su creador; si consideramos a Augusto Pérez trasunto de Unamuno, esto le serviría al autor para exponer su rebelión contra Dios.
Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez (1917), metáfora, en cierto modo, de la envidia hispana y de la imposibilidad de convivencia de los seres humanos.
En 1921 publica La tía Tula, ese complejo personaje femenino que se mueve constantemente entre el deseo y la culpa, y que implica una protesta contra el destino adjudicado socialmente a la mujer.
En 1930, San Manuel Bueno, mártir. En esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.
En sus novelas, Unamuno expresa, a través de sus personajes convertidos en "otros yos", sus propias preocupaciones e incertidumbres, su propio sentir paradójico.


PÍO BAROJA (1872/1956)
De ideología liberal, evolucionará con el tiempo hacia un cierto conservadurismo moral. Sin embargo, las críticas que aparecen en sus libros, dirigidas tanto a sectores identificados tradicionalmente con las derechas como con las izquierdas, le enemistaron con los dos bandos enfrentados en la guerra civil.
Su producción narrativa se organiza en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común.:


- Madrid en sus distintos ambientes y clases sociales (trilogía de La lucha por la vida: La busca; Mala hierba; Aurora roja). La busca nos cuenta la historia de Manuel, su caída en la delincuencia y sus andanzas por las afueras de la ciudad (que representa el mundo de la golfería).
- Ciudades europeas que él conoció (trilogía de Las ciudades)
- El País vasco y las tareas del mar (trilogía Tierra vascaLa casa de Aizgorri, El mayorazgo de Labraz y Zalacaín el aventurero-).
- Las guerras carlistas y la historia española del XIX sirven de trasfondo a la serie titulada Memorias de un hombre de acción, integradas por 22 novelas centradas en la vida de Eugenio de Avinareta, antepasado de Baroja.
- Conflictos existenciales de un individuo sensible en la España de la época (El árbol de la ciencia y Camino de perfección).
Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:
- Novelas centradas en un personaje -activo y dominador o pasivo y sin voluntad- a través del cual nos introducimos en los distintos ambientes.
- Acción y diálogos abundantes, mediante los cuales se exponen distintas concepciones del mundo. Como contrapunto aparecen a veces una especie de remansos líricos.
- Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (lo que permite al propio Baroja expresar sus ideas filosóficas, literarias y políticas).
- Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos para describir a los personajes.
- Cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos). Para Baroja todo debía subordinarse a la exactitud y a la claridad; de ahí la naturalidad de su estilo y el tono conversacional de sus novelas.


VALLE-INCLÁN
Dos estilos definen la obra de Valle: modernismo y esperpento.
Los años de inicio están marcados por la tendencia modernista y representados por las cuatro Sonatas: Sonata de otoño (1902), Sonata de Estío (1905), Sonata de Primavera (1904) y Sonata de invierno (1905); supuestas memorias del Marqués de Bradomín, una especie de donjuán, "feo, católico y sentimental". Lo más destacable de las Sonatas son sus valores formales, la prosa rica, refinada, sensual y llena de ritmo.
De esta primera época también es la trilogía de La guerra carlista: Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño (1908/1909), que narran episodios de la última guerra carlista de España y presentan la España tradicional (carlistas) enfrentada a la liberal (republicanos).
Entre las obras de la última época destaca la que sin duda es una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX, Tirano Banderas (1926). La historia se centra en un supuesto dictador americano y no está localizada en un tiempo ni espacio concretos (aunque la ambientación lleva a pensar inmediatamente en México, país que Valle visitó varias veces). Presenta rasgos del esperpento (ver tema del Teatro anterior al 36, Valle-Inclán), técnica mediante la cual Valle degrada personajes y acciones que antes habían sido mostrados mediante un tono elevado. Merece destacarse el asombroso dominio de la lengua con la incorporación de giros y expresiones hispanoamericanas.
Por último, las tres novelas de El Ruedo ibérico (1927-1932), también de estilo esperpéntico, en las que Valle intenta reflejar la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98, ponen al descubierto la degradación social y moral de España durante esa época.


AZORÍN
En las novelas de Azorín (José Martínez Ruiz) la narración se fragmenta en instantáneas que congelan el tiempo y captan la impresión del instante. Realiza un profundo análisis de la percepción influido por la filosofía, la literatura y la pintura impresionista, pero también por la fotografía, el cine y el periodismo, que contribuyen a congelar el momento y captar la impresión del instante. Un ejemplo de novela impresionista es La voluntad (1902), con fragmentos de vida y sensaciones separadas entre sí cuyo protagonista, Antonio Azorín, es un ser pasivo y sin voluntad.

Novecentismo y vanguardia

Ortega y Gasset, el gran filósofo y ensayista novencentista, habla de las características de la novela de su tiempo, llegando a una serie de conclusiones:
a. La novela de inspiración realista está agotada por dos razones: la dificultad para encontrar nuevos temas y la mayor exigencia del público culto.
b. La nueva novela debe dejar de ser “descriptiva” para ser “presentativa”, ya que el lector nuevo prefiere el juicio, la opinión del autor.
c. La nueva novela debe ser un género lento, que describa más la atmósfera que la acción.


Así, la novela novecentista sigue la línea de renovación del género,  apartándose del Realismo y el Naturalismo y continuando los intentos del Modernismo y 98. Esta novela es minoritaria. Presenta cuatro tipos fundamentales: el lirismo, el intelectualismo, el humor y la deshumanización -la novela se centra más en las técnicas que en el argumento y los personajes-.


Dentro de la tendencia realista, pero con un tono frecuentemente humorístico estaría la obra del gallego Wenceslao Fernández Flórez (El bosque animado).


Ramón Pérez de Ayala. Sus primeras cuatro novelas tienen un mismo protagonista y un fuerte contenido autobiográfico, como A.M.D.G, contra la educación de los jesuitas. En la década de los veinte escribe una serie de novelas (por ejemplo, Belarmino y Apolonio) que pueden llamarse intelectuales porque lo importante en ellas no es la acción sino las reflexiones sobre los temas más diversos: filosofía, psicología, política, moral.


Gabriel Miró. En una primera etapa (Las cerezas del cementerio, 1910, novela intimista y de introspección) está muy presente la influencia modernista: ambientes refinados y artificiosos, personajes abúlicos e inadaptados, atmósfera sensual. En una segunda etapa (Nuestro Padre San Daniel, 1921; El obispo leproso, 1926), Miró encuentra un estilo más personal con una prosa elaboradísima, en la que lo más importante son las prolijas descripciones de sensaciones y ambientes.

Ramón Gómez de la Serna es el novelista de vanguardia, por excelencia. Conocido sobre todo por sus “Greguerías”, quizá lo más interesante de su producción literaria sean sus novelas, donde reluce su carácter crítico y sarcástico.

 
La novela social
Frente a la novela deshumanizada, surge a partir de los años 30 un movimiento que reclama la rehumanización del arte, la vuelta a las preocupaciones humanas. La novela El nuevo romanticismo (1930), de José Díaz Fernández será el detonante de esta nueva literatura. Hechos históricos contemporáneos a estos autores, tales como la Revolución Soviética, la I Guerra Mundial o la guerra de Marruecos, motivaron que estos escritores tomaran conciencia de la realidad y sintieran la necesidad de denunciar aquellos aspectos más rechazables de la sociedad. Los temas giran en torno a la guerra de Marruecos y la situación de los obreros y campesinos, con lo que a veces estas novelas se convierten en reportajes sociales.

No hay comentarios: